Esta semana, el vocero de la Policía Frank Félix Durán Mejía convocó a los periodistas para hablarles de la prevención de delitos, con énfasis en violencia de género y raterismo, pero una pregunta inesperada sobre denuncias de baja presencia de agentes en las calles en el Gran Santo Domingo provocó una confesión tremenda:“La falta de patrullaje se debe, en cierto modo, a falta de personal; por eso es que ustedes ven que en las redes sociales nosotros tenemos una campaña motivando a jóvenes que quieran ingresar a la Policía, porque necesitamos más personal”.

No podía ser más sincero. Su declaración pasó casi desapercibida en la generalidad de los medios. Y no hubo mayores consecuencias. Algunos periodistas ni caso hicieron. Fue tan sencillo y directo que quizás desarmó al más avispado, y a los demás, que no le dedicaron la importancia requerida.

Pero inevitablemente su respuesta conduce a una realidad aceptada: Sólo la necesidad extrema empuja a algunos jóvenes a incorporarse a la Policía Nacional. Por demás, deben ser bachilleres, con historial limpio y buena conducta.

Ser policía no llena ninguna expectativa de un bachiller que en este país siempre aspira a la universidad, o a un empleo para costearse los estudios. La Policía no resulta atractiva, pese al hecho de que el mayor porcentaje de bachilleres termina sin ninguna formación técnica.

A enero pasado, un raso, que es la puerta de entrada, ganaba RD$7,000.00; con el ajuste de 45% devenga ahora RD$10,150.00. Ese salario apenas representa el 36% de la canasta básica familiar nacional.

La Policía podrá agotarse tratando de reclutar jóvenes, pero esos niveles salariales brutos difícilmente surtan efectos. Además, los riesgos que se ciernen sobre los hombres de uniforme podrían hacer pensar una y otra vez a potenciales candidatos. La inseguridad, la que están llamados a combatir, es la peor amenaza. La delincuencia tiene entre sus blancos a los policías.

Ahora vemos que la falta de agentes en las calles no se explica sólo por aquello de los policías prestados a terceros. Hay escasez.

Es un cuadro desolador para una institución que por demás no tiene la mejor imagen. ¡Pobre Policía!

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