Asumimos que las lluvias de los últimos días de mayo y el inicio este mes de la temporada ciclónica mejorarán las condiciones para la producción agropecuaria.

Como siempre, la temporada ciclónica tiene sus implicaciones. Si bien los cambios en el tiempo nos traen las aguas, también vienen los vientos, o demasiada lluvia que igual puede dañar. Pero un buen régimen lluvioso será siempre preferible a la sequía que impacta negativamente todo.

Lo importante es que durante la temporada lluviosa hasta el 30 de noviembre, las autoridades y la población adopten las medidas de rigor ante cualquier imponderable, llámese uno de los 13 ciclones o tormentas que se vaticinan, o uno de los cinco huracanes en que podrían convertirse esas formaciones.

Nunca estará demás revisar los protocolos y los mecanismos de coordinación interinstitucional que aquí se resume como el Centro de Operaciones de Emergencias. El gobierno debe pensar en las apropiaciones potenciales ante este período especial.

Aunque los pronósticos sugieren que la temporada del 2019 será menos activa que la del año pasado, al final nunca se sabe cómo se comportará la naturaleza.

En los últimos años República Dominicana no ha recibido un impacto frontal de un huracán como ocurrió en Puerto Rico en septiembre de 2017 con María. Fueron daños devastadores de los cuales todavía se padecen secuelas.

Un potencial huracán siempre será una amenaza. Sus daños conllevan tal envergadura que suelen representar pérdidas terribles, de todo tipo, y en el tiempo, su impacto se torna como un retroceso económico y social para las comunidades afectadas.

No bastará con decir que nos preparamos, porque siempre tendremos zonas vulnerables, y sistemas que no siempre estarán en posibilidad de resistir el poder destructivo de los vientos.

Lo importante es continuar trabajando para mejorar nuestra capacidad de respuesta, sin confiarnos demasiado a la suerte.

Posted in EditorialEtiquetas

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas