De las visitas sorpresa, el programa que el presidente Danilo Medina popularizó, se conocen las iniciativas o las obras realizadas, pero muchos detalles se quedan en los informes y archivos de las instituciones que le dan soporte. Lo mismo que pasa con la organización que se despliega para su materialización. Llegan las noticias sobre unos hechos precaria o fragmentariamente contados.

No todas las cosas salen de las mangas del Presidente, aunque obviamente se realizan bajo su empuje, con las mismas agencias del Estado que deberían acometerlas pero que se han reestructurado para accionar en función del programa timón de los fines de semana.

Entre esas agencias está el Fondo Especial para el Desarrollo Agropecuario (FEDA), un programa que siempre existió pero ahora se constituye en el soporte principal de financiamiento de los emprendimientos.

De las 495 iniciativas o proyectos impulsados por Medina, 477 han recibido recursos por RD$6,118 millones, de acuerdo con las explicaciones de Juan Francisco Caraballo, el director del FEDA, durante una conversación en Multimedios del Caribe.

Se ha cuestionado el impacto del programa en disminución de pobreza y mejoría de la calidad de vida de los beneficiarios. La respuesta se simplifica en cifras: 69 mil beneficiarios directos y 60 mil nuevos empleos.

Otros aspectos podrían considerarse, pero no resulta fácil cuantificar. Es el impacto de los proyectos en términos sociales. Ninguna persona recibe financiamiento de manera individual. Es condición fundamental que los potenciales beneficiarios estén organizados, en asociaciones o cooperativas. Se fomenta la organización rural y el emprendimiento colectivo como motor de desarrollo.

Habría que considerar también un intangible del cual se dice poco: es cómo este programa agrega valor a los procesos, o más propiamente, cómo se introducen transformaciones que impactan los emprendimientos, y que significan cambios o avances en las prácticas productivas.

Nada que agregar que no resulte obvio, y es cómo personas sin capacidad de crédito se bancarizan, y cómo el mismo genera cambios en sus vidas.

Sólo habría que deplorar que sea el Presidente quien acometa estas iniciativas, que debieron ser realizadas desde siempre por las mismas agencias que él empuja, y que por momentos cuestiona el sentido de institucionalidad del Estado.

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