Pudo haber sido un invento de un burócrata que no lo socializó con gente más inteligente, o una medida tardía que resultaba necesaria, pero el pago con cheques a los empleados públicos ha resultado traumático.
Escenas que laceran la dignidad; damas que ruedan por los suelos, desmayadas por el suplicio de una larga fila al “tetero” del sol y por las aglomeraciones, para recibir un cheque cuyo destino es pasar las mil y una para canjearlo, lo que cuestiona esa metodología bastante rudimentaria.

Incluso si le resultaba imprescindible al Gobierno para ubicar a los empleados que no cumplían horarios, la medida llega tarde, a 14 meses de instaladas las actuales autoridades y luego de que se ufanaran repetidamente de haber eliminado nominillas y botellas.

El precio de pasar por esta situación vejatoria hasta para personas envejecientes, nos ha puesto a pensar en las vicisitudes del servidor público con cada cambio de gobierno, porque cunde la incertidumbre cuando el funcionario que llega lo hace con su gente, sea por mérito político o profesional.

Las prédicas de la campaña electoral llevaron a pensar que con Abinader se respetaría a los de la carrera y que se garantizaría que pese a las naturales remociones no producirían la acostumbrada zozobra ni se correría el riesgo de que se desplazaran capacidades técnicas y administrativas, y en algunos casos hasta científicas.

Es el eterno dilema, porque los que se fajaron en la campaña merecían ser atendidos, pero no para desgracia de quienes hayan tenido un buen desempeño ni para desplazar de sus puestos a los que en atención a sus años en un cargo es probable que no se trate de improvisados.

Es un episodio típico de nuestro sistema de partidos, en el que prima más el aporte político que el mérito profesional, de lo que no se salvan ni los protegidos por la ley de servicio civil y carrera administrativa, los que para colmo hasta dificultades confrontan para obtener sus prestaciones al ser desvinculados.

Si hablamos en el título del noble y sufrido empleado público no es un decir; es que en su inmensa mayoría se trata de un servidor muy sacrificado y muy mal remunerado.

Posted in Editorial

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas