La parte sana de esta sociedad, la que cree de manera ferviente en el sistema democrático y que valora el sacrificio que ha costado para que vivamos en un Estado de Derecho y en un régimen, en lo fundamental, de libertades públicas y políticas, respiró hondo y descansó luego del comunicado de la procuradora Miriam Germán Brito.
Respiró hondo y descansó esa parte sana de la sociedad al enterarse de que ella no estuvo detrás y que, por el contrario, condena una grosera violación al derecho constitucional al libre tránsito de un ciudadano dominicano.

Pero también se eleva por encima de malquerencias y adopta una posición digna, al poner distancia de cualquier presunción de que la acción de marras estuviera revestida de retaliación o venganza.

Respecto de este affaire es encomiable que exista la intención de borrar para siempre las llamadas “alertas migratorias”, de triste recordación, totalmente ilegales y que en los hechos se convierten en un impedimento de salida sin que medie la decisión de un juez.

Pero en ese punto del comunicado de la procuradora se debe hacer una precisión, porque de su texto se infiere que personas que despachan con ella no estuvieron de acuerdo con la decisión de eliminar las “alertas”, diferendo que podría considerarse normal pero no en el caso de que hubiera una insubordinación.

Esa desobediencia está explícita cuando promete la adopción de medidas disciplinarias debido a que en su segundo intento de viajar, Jean Alain Rodríguez fue impedido de abordar un avión cuando, dice la procuradora, había instruido para que todas las “alertas” fuesen levantadas o quedaran sin efecto porque no son posibles en la legislación actual.

Las medidas disciplinarias por adoptar corren por cuenta de Miriam Germán, pero lo oportuno y pertinente de su aclaración es que cierra, en apariencia, el odioso capítulo de que por humores, rencores o quién sabe qué capricho se vean afectados derechos consagrados en la Constitución y las leyes.

Por eso decimos, si es que en realidad van a desaparecer las “alertas migratorias”, que después del susto ante el posible retroceso, la parte sana de la sociedad puede respirar hondo y descansar.

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