Cada 7 de enero se conmemora en nuestro país el Día del Poder Judicial, una fecha solemne para la magistratura en su conjunto, pero también para todos los estamentos gubernamentales y para la sociedad en general.

Como se estila, las más altas autoridades judiciales encabezan los actos oficiales, que incluyen un discurso en el que el presidente de la Suprema Corte de Justicia desbroza el camino recorrido en el año anterior y resalta proyectos y tareas de ese poder del Estado.

En esa suerte de rendición de cuentas hecha ayer por Luis Henry Molina, sobresalen episodios cuya suma inducen a una única y casi categórica conclusión: la Justicia dominicana no retrocede ni está estancada, sino que avanza ostensiblemente cuando se valoran diferentes aspectos.

En cuanto a la productividad, la reducción de la mora judicial es la expresión de una Justicia oportuna, con el hito de que el 35% de las salas a nivel nacional no poseen trámites con retraso, y en los tribunales ordinarios la productividad es de un 94%.

Al cierre del 2023, la Suprema Corte tenía solo 12 casos pendientes con entrada previa a ese año. Esto equivale a un 0.1% de los que en el 2020 estaban en esta condición (18,357).

El Tribunal Superior Administrativo tuvo una productividad de un 95%, y en cuanto a la atención al usuario, el 86% está satisfecho con los servicios de los distintos canales.

Respecto a la transparencia, se aprobó el Reglamento de Compras de Bienes y Contrataciones de Obras y Servicios del Poder Judicial, un reglamento disciplinario para oficiales públicos, un protocolo para otorgar un premio a las mujeres de ese poder y otro para evaluar el desempeño de los jueces.

Con la incorporación de las tecnologías de la información (TIC) los 756 jueces y miembros del Consejo del Poder Judicial cuentan con firma digital; también los secretarios de los tribunales de todo el país, lo que agiliza la respuesta a los usuarios.

¿Que en la judicatura hay retos, tareas pendientes y cuestiones nodales por superar? Obvio, pero la enumeración de esta muestra mínima de logros que exhibe actualmente el Poder Judicial, evidencia de que no hay anquilosamiento ni burocratismo, sino constante evolución.

Hubo consenso ayer en la valoración positiva de esta realidad y del desempeño de la Suprema Corte, por lo que hacemos votos para que el proceso de transformación sea permanente.

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