Ya las pérdidas de los polleros de Moca y Licey al Medio y de otras comunidades, más las de pequeños productores dispersos por ahí son irreparables. Se habla de hasta más de 500 millones de pesos, a consecuencia de la muerte de un 30% de la población de gallinas y pollos por el ataque del virus Newcastle.
Hasta ahora la culpa de la propagación o rebrote se le atribuye a los productores de las comunidades de Licey Al Medio y Moca, porque no hicieron las aplicaciones de las vacunas preventivas en los términos deseados, por ignorancia o por economía.

Pero esa racionalización, que la asumen hasta los líderes de los polleros, tiene una explicación más profunda, íntimamente relacionada con el abandono de la política de extensión del ministerio de Agricultura.

La producción de los alimentos agropecuarios depende en gran medida de pequeños y medianos criadores, que obran sin orientación o seguimiento debido. En el caso de los pequeños y medianos tienden a sufrir rutinariamente grandes pérdidas por ignorancia de los medios adecuados sobre esos quehaceres. Las grandes empresas o los productores más organizados tienen sus propios técnicos que les permiten trabajar exitosamente, sin que en ningún caso el Ministerio haga lo propio.

Estamos muy persuadidos de que no hay seguimiento, con la sistematicidad debida, del desempeño de las granjas y mucho menos de las pequeñas fincas, y en consecuencia, el nivel de riesgo es muy alto, porque la auto orientación de los productores es empírica o francamente ignara, y los daños que ellos mismos se generan son enormes.

Es una pena. Lo que pasó ahora con el Newcastle se reproduce cada día en la ganadería. Se registran niveles de mortalidad de animales por causas desconocidas, sin que se investigue ni haya acompañamiento técnico.

Ahora mismo, se corre el riesgo de que el programa de sanidad animal para el control de la tuberculosis y brucelosis bovina colapse por falta de seguimiento y de orientación oportuna a los pequeños productores. El programa de trazabilidad no avanza.

El trasfondo de todo es que los técnicos de la Dirección de Ganadería no tienen medios ni recursos para cumplir sus misiones de manera sistemática, y en general la extensión ha sido sepultada.

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