Programa de actividades centenario de coronación Virgen de la Altagracia
Programa de actividades centenario de coronación Virgen de la Altagracia

Celebrar el Día de la Virgen de las Mercedes es una tradición centenaria con la que honramos a la patrona y madre espiritual del pueblo dominicano, en una población de mayoría católica que demuestra en esta jornada su fe, su confianza en ella como mediadora y a la que pide por la salud de los enfermos, y su auxilio ante diferentes situaciones y problemas cotidianos.

Como siempre, cuando la historia de esta advocación asumida por los dominicanos es analizada con objetividad, muchos estudiosos señalan que su entronización formó parte de un proceso de expoliación y saqueo de los pueblos indígenas de toda América, en especial los que fueron sometidos por España.

Pero al margen de estas disquisiciones, lo cierto es que la Virgen de las Mercedes forma parte de un proceso cultural que fue evolucionando con la sociedad dominicana y ahora representa para nuestro pueblo un símbolo de religiosidad popular.

El momento histórico que vive nuestra patria está signado por un proceso de cambio que se define lentamente, pero es irreversible; la clase política se renueva y van quedando atrás muchos de los “viejos robles” y caudillos, la sociedad adopta nuevos modos y costumbres y las redes sociales transforman por completo las formas de comunicación, por solo citar algunas de esas transformaciones.

A esto se agrega un estado de tensión con el vecino Haití por un diferendo limítrofe con la canalización de un río fronterizo, un tema que monopoliza la atención de los medios, de las instituciones, de las organizaciones de la sociedad civil y hasta de las iglesias, que llaman a la cordura para evitar desbordes de un lado y otro de la frontera.

Por todo lo anterior la celebración del Día de la Virgen de las Mercedes adquiere este año un carácter especial, que nos obliga a reflexionar desapasionadamente y con los pies en la tierra, pero también con los ojos puestos en su categoría espiritual de protectora del pueblo dominicano, para que primero nos haga ver las cosas con claridad, que otorgue a los tomadores de decisiones el necesario discernimiento para que este proceso no siga escalando hasta convertirse en un problema inmanejable.

Solo resta pedirle a la Virgen que nos guíe por el mejor de los caminos para que podamos edificar, entre todos, una patria de hermanos.

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