La carta de Bob Menéndez, miembro del Comité de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos al Secretario de Estado de ese país, Mike Pompeo, solicitándole “intervenir” para evitar la modificación de la Constitución (de la República Dominicana) para que el presidente Danilo Medina no pueda optar por la reelección puede ser vista de muchas maneras. La más habitual es considerarla como un flagrante involucramiento en la vida dominicana. Y es verdad.
Pero hay otros elementos que no podemos ignorar, sin importar que el senador Menéndez obedezca a parte interesada en la República Dominicana, y es que el actual proceso empieza a llamar la atención más allá de nuestras fronteras. Además, ha habido actores políticos criollos que ya han visitado Washington, y plantearon abiertamente a funcionarios norteamericanos que fijen la mirada hacia el país.
Digamos que según los principios del derecho internacional no es de su competencia entrar en un debate que es de factura nacional, pero Menéndez se alimenta de los hechos que ocurren en el país, donde hay una creciente promoción de la reelección del presidente de la República, pese al impedimento constitucional, y en efecto, este fin de semana el oficialismo tiene previstos mítines simultáneos en los principales municipios del Gran Santo Domingo, después de movilizaciones parecidas en la mayoría de las provincias de la República.
Es cuestión dominicana que haya aprobación o rechazo a una nueva reforma constitucional en materia de reelección. Pero el impulso a la reelección coincide con la prevalencia en Latinoamérica de gobernantes que han hecho lo mismo para continuar indefinidamente en el poder y eso ha dado pie a fuertes tensiones y conflictividad.
Intervencionismo o como quiera verse, ahí tenemos un alerta para todo el liderazgo político acerca de la necesidad de actuar de acuerdo a las leyes y a la Constitución de la República. Evitar que poderes extraños a la Nación se activen bajo el pretexto de que se podría estar recurriendo a procedimientos que desbordan la institucionalidad. Y en consecuencia, seamos foco de atención del imperio, que a fin de cuentas, siempre ha influido en las decisiones dominicanas. Fenómeno constante desde finales del siglo XIX y principios del siglo XX, hasta hoy.
