La Oficina Para el Reordenamiento del Transporte (Opret) anunció un nuevo manual de uso y desempeño del Metro y el Teleférico de Santo Domingo. Es una buena noticia en un país en el que abundan las normas sin aplicación, aunque en esas dependencias se cumplen con cierto rigor.

De hecho, ha surgido lo que se denomina la cultura Metro, no sólo por lo que implicó en su momento entrar en contacto con un servicio de la modernidad, sino por las condiciones en que es operado, y naturalmente por el comportamiento de los usuarios. Incluso se habla de cómo el ciudadano prácticamente se transforma cuando ingresa a sus instalaciones.

La realidad es que el Metro de Santo Domingo y posteriormente su complemento, el Teleférico, ha constituido un hito en materia de ciudadanía. Preservarlo como hasta ahora es de importancia fundamental.

Por eso, la publicación de la norma de gestión, uso y comportamiento de la empresa y los usuarios es positivo, porque viene a fortalecer una cultura ciudadana que debía ser prevalecer en todo el país.

La entidad operadora de entrada garantiza su compromiso con el mantenimiento de los estándares de calidad y seguridad y garantiza los derechos de los usuarios que igual contraen deberes.

El orden en las instalaciones y con el mismo, el respeto a las normas es esencial, y las reglas que se reafirman o las nuevas que se implantan son de valor de cara al porvenir.

Se reglamenta lo relativo a lo que se puede transportar en el Metro y se advierte el derecho de la entidad operadora de revisar bultos, mochilas y demás empaques, aleatoriamente, cuando se estime, en atención a criterios de seguridad, pero preservando los derechos del ciudadano. Hasta se precisan las dimensiones de lo que se puede transportar.

Satisface las preferencias para los discapacitados, embarazadas y envejecientes. Con ello se combate cierta tendencia juvenil a menospreciar el sentido de la solidaridad.

Es obvio que en un sistema de esa naturaleza no debe transportarse animales, excepto perros guías. Y lógicamente, es injusto que los usuarios se conviertan en auditorio cautivo de políticos o fanáticos religiosos.
Bienvenidas las renovadas normas del Metro y el Teleférico de Santo Domingo.

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