Rostros sinceros

Las apariencias definitivamente compiten con las realidades. El empeño por lucir esplendoroso invade a todos.

Las apariencias definitivamente compiten con las realidades. El empeño por lucir esplendoroso invade a todos. En el pasado era rigurosamente un imperio de las féminas. Hoy ese afán tan humano es general.

Quizás siempre fue así, que en todas las épocas todos quisieron presentarse ante los demás de la mejor forma. Los medios y las condiciones económicas o sociales acentuaban las diferencias.

Pero ahora es un afán ilimitado. Un fenómeno moderno ha contribuido a ello. Con la expansión de las redes sociales todos quieren mostrar sus atributos, casi siempre físicos.

Hombres y mujeres construyen las mejores imágenes para colgarlas en sus perfiles. La expresión más excelsa de su personalidad, como desea que los demás los perciban. Poses estelares y retoques corporales mediante los cuales dan lo mejor de sí. Tiempos de mostrar la parte más bella de cada uno.

No es de extrañar que políticos, exitosos o fracasados, traten de reinventarse a través de un retoque de imagen, de modo que sus audiencias puedan percibirlo mejor. Así, hombres muy maduros se presentan como “bacanos” en un vano intento por aproximarse a las nuevas generaciones, en particular, a las más jóvenes.

También las organizaciones empresariales y sociales suelen seguir esos derroteros, en la búsqueda de los mercados y oportunidades de negocios. Se asume con certeza que por esos medios se llegará a nuevos nichos de público.

Ese imperturbable afán se queda en la superficie. No propone nada. No cambia nada. Quienes marchan por ese sendero van vacíos. Huecos. Buscan reposicionarse para ser más, tener más, más de todo: amigos, clientes, socios, dinero, seguidores, aquello que preferimos no enumerar… pero sin una convicción profunda en función del bien, de una propuesta que recoja las más nobles aspiraciones de la humanidad para satisfacer los requerimientos básicos para la vida, un destino cierto por la paz, la seguridad y la felicidad.

Presentemos rostros auténticos, sembradores de esperanza por un mundo mejor.

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