Una acendrada demanda de la sociedad es que impere un régimen de justicia que se compadezca auténticamente con la definición misma de ese valor. Ha persistido a lo largo de la historia nacional, y en algunas épocas se acentúa, quizás cuando algunos despropósitos se desbordan. Es un sentimiento legítimo, porque sugiere que los dominicanos no pierden la fe en un mundo mejor.

Es la indicación de que los valores no mueren, y que por más frustraciones sociales, es de trascendente importancia que la llama se mantenga viva.

Es una muestra también de que los impactos de la liviandad en algunos segmentos no han podido desarraigar ese reclamo.
Pero una cosa es ese intangible capital, y otra el sentimiento de venganza. La justicia no se puede entender como una expresión de venganza, aún sea en términos sociales. Su naturaleza debe ser esencialmente reparadora, como manifestación del imperio de las normas de convivencia en la vida civilizada.

La venganza se afirma en los más bajos instintos, en las pasiones. Los términos de la sanción justiciera tienden a humanizarse en su aplicación. Los suplicios en el pasado antiguo y más recientemente en regímenes de fuerza, perdieron sentido cuando el ser humano entendió que la sanción penal sólo busca la reparación social y la transformación de las personas.

El cuadro que estamos presenciando conduce a diversos estados. A manifestaciones de sentimientos producto de las pasiones y a ciertas satisfacciones si se afirma en la sana justicia. Reflejan un estado de ánimo en la sociedad.

Es también un espejo en el que debemos mirarnos. Es una pena que personas que hace muy poco tiempo, meses, días, se encontraban en el más extendido disfrute de las relaciones con el poder se vean hoy en medio de una situación tan deplorable.

En los términos humanos es doloroso, pero si acaso se llegara a confirmar que todo lo que ha establecido el ente persecutor del crimen es real, entonces estamos ante el imperio de la ley. Dura ley, pero la ley que debe ser igual para todos.
Desde cualquier punto de vista es aleccionador.

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