La reciente crisis fronteriza entre República Dominicana y Haití ha puesto de manifiesto una vez más la vulnerabilidad de nuestra economía ante la dependencia de unos pocos mercados de exportación.

El cierre de la frontera por parte del presidente Abinader debido a la construcción en Haití de un canal que involucra el Río Masacre, ubicado del lado dominicano, tuvo un impacto que llama la atención en el ámbito exportador, especialmente hacia este vecino país, el segundo socio comercial más importante para República Dominicana.

Los datos han sido claros: durante los meses de septiembre a diciembre del pasado año, las exportaciones dominicanas a Haití sufrieron una caída significativa, alcanzando cifras alarmantes del 30%, 66.3% y 33.2%, respectivamente.

Organizaciones como Asohuevos y el Consejo Nacional de la Empresa Privada (Conep) estimaron pérdidas económicas de casi mil millones de pesos y más de 100 millones de dólares, respectivamente, por la inactividad en los mercados binacionales. Esta situación pone de relieve la urgente necesidad de diversificar nuestras exportaciones para evitar una dependencia excesiva de unos pocos receptores.
Si bien es cierto que las exportaciones de zonas francas mostraron un crecimiento del 3.7% durante el año pasado, compensando parcialmente la reducción en las ventas externas de productos nacionales, no podemos ignorar el hecho de que la caída en las exportaciones nacionales se debe en gran medida a la falta de diversificación de nuestros destinos de exportación. Estamos demasiado enfocados en Estados Unidos y Europa, mientras que descuidamos el potencial mercado que representa el Caribe.

República Dominicana debe aprovechar este momento como una llamada de atención para redoblar esfuerzos en la ampliación de compradores externos. La región del Caribe ofrece un espacio con un gran potencial aún sin explotar. Esas oportunidades deben ser aprovechadas. Miremos en amplio.

Es fundamental que el gobierno, las empresas y los organismos relevantes trabajen en conjunto para desarrollar estrategias efectivas que promuevan la diversificación. Se necesitan políticas y medidas concretas que fomenten la expansión hacia nuevos mercados y sectores, así como la mejora de la competitividad de nuestros productos en el ámbito internacional.

Aprovechemos y aprendamos de las lecciones que nos deja constantemente Haití, expresadas en recurrente crisis fronteriza. Solo así podremos construir una economía más resistente y sostenible en el largo plazo.

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