Hace apenas unos días se conmemoraba el 64 aniversario del ajusticiamiento del tirano, Rafael Leónidas Trujillo Molina. Ese 30 de mayo del 1961, es el punto de inflexión mas importante en la historia dominicana de los últimos 125 años, tras casi 31 años de la más férrea y sangrienta dictadura que hemos sufrido los dominicanos. Es evidente que este acontecimiento, tras muchas perturbaciones y manipulaciones, devino en el actual desarrollo material que hoy presenta la República Dominicana y permitió a la sociedad criolla iniciar ciclos de profundas transformaciones. Una descomunal valentía impulsó a los complotados que decidieron, tras un largo periodo de planificación, eliminar la cabeza de la serpiente que por décadas había recurrido al crimen, la violencia extrema, la desaparición de personas, la tortura y mil perversos recursos violentos para doblar la voluntad a las conveniencias demoníacas del sátrapa asesinado. El plan tenia una segunda fase política después de descabezada la dictadura, pero razones múltiples no hicieron posible su ejecución, dejando intactas las estructuras represivas, de control y persecución y todos sus elementos de acción y cubrieron con un grueso manto de impunidad sus acciones. Muchos años después de ese acontecimiento, seguían vivos numerosos aspectos del régimen, con Joaquín Balaguer a la cabeza y el apoyo que le brindaron los Estados Unidos, procurando evitar que el fantasma vivo de Fidel Castro lograra establecer aquí un régimen similar al de Cuba. Ese 30 de mayo es el día del 4to preparativo para la eliminación de Trujillo, ya que en los otros tres había habido variaciones y desvíos que hicieron posponer la ejecución y tras la confirmación de Amado García Guerrero y Miguel Ángel Báez Diaz, figuras claves en el complot, de que el “sujeto” viajaría a San Cristóbal, ese martes, día de luna llena, en lugar de hacerlo miércoles como era la costumbre. 7 hombres, de los tantos que componían el grupo de complotados, fueron escogidos por el destino para ser los hombres de acción, en la hoy Autopista 30 de Mayo, que acabaron con la existencia del sátrapa de San Cristóbal y dieron nueva vida al país: Antonio de la Maza, Antonio Imbert Barrera, Salvador Estrella Sadhalá, Amado García Guerrero, Pedro Livio Cedeño, Huáscar Tejeda Pimentel y Roberto Pastoriza, todos y junto a otros fueron cobardemente asesinados por Ramfis Trujillo y sus acólitos, como macabra despedida, en la Hacienda María en San Gregorio de Nigua, antes de abandonar el país, sin que se haya podido saber el lugar adonde fueron arrojados sus restos mortales. Juan Tomás Díaz y Antonio de la Maza fueron emboscados al inicio de la Avenida Bolívar en su acera Norte. Amado García Guerrero fue localizado y tras desigual lucha ametrallado en la casa de una tía en la Avenida San Martín. Miguel Ángel Báez Díaz, fue fusilado, luego de innumerables e indescriptibles torturas, con la saña propia de las bestias trujillistas, en la nefasta “cárcel” del 9, luego de haber sido obligado a presenciar el fusilamiento de su hijo mayor, Tte. Miguel Báez Perelló, ajeno a la conspiración. Báez Diaz padecía de neumonía no tratada, producto de los métodos salvajes, de las entrañas de ese centro de dolor y sufrimiento.