Y como Quino se nos fue para lo eterno, no podrá dar respuesta a las preguntas que en el planeta de la risa y el llanto le hicimos millones de fanáticos seguidores: ¿Cómo carajo has logrado mantener de por vida tu asombro infantil? ¿Cómo asumiste con tanta pureza el espíritu crítico ante los adultos y sus absurdos? ¿Cómo lograste someter los huecos convencionalismos de los adultos a las sencillos escrutinios y severos reclamos de Mafalda, heroína de la cotidianidad de dos generaciones?…En fin, Quino del alma, ¿ahora qué vamos a hacer, si te has llevado para siempre a tu querida niña y todos sus amiguitos?

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