No obstante iniciar su gestión en el pico de una triple crisis (sanitaria, económica y social), como nunca se había visto; a pesar de recibir un Gobierno con un tremendo atraso en realizaciones; no obstante juramentarse frente a un país cargado de escepticismo sobre la posibilidad de que pudiera levantar el ánimo público hacia las apremiantes soluciones que exige la tremenda herencia… A pesar de todos esos pesares, Luis Abinader llega a los tres meses sin grandes aspavientos ni debates, como un gobernante cercano a la gente y con una agenda sin descanso, rumbo a enero (que es cuando empezará realmente a correr su tiempo).

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