Estoy seguro de que en estos días Danilo Medina no duerme bien. No creo que ningún somnífero que le esté dando doña Cándida haga que concilie el sueño. Y es comprensible, porque la trancadera de hermanos y cuñados, y ahora de generales y coroneles que trabajaban con él de ahí-ahí, ejecutores (mas bien testaferros) de inmensos actos de corrupción, hace que el insomne Danilo sienta fuertes pasos en la azotea, aunque la virtual inmunidad de los exgobernantes (ya lo dijo Hipólito Mejía: “deben ser intocables”), no permite que el Ministerio Público lo convoque ni siquiera como testigo circunstancial.

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