La madrugada de ayer domingo, siendo la 1:45am, se produjo un fuerte temblor de tierra de magnitud 5.2 en la escala de Richter, con una posterior réplica de magnitud 4.4 Richter, temblores que tuvieron epicentros en Villa Elisa e hipocentros a 10 kilómetros de profundidad, provocando que los suelos arcillosos pertenecientes a la formación geológica denominada Arcilla Mao, los que cubren gran parte de la Línea Noroeste y del valle del Cibao, sufrieran alta vibración y despertaran a media población.

La rotura sísmica responsable de estos dos sismos estuvo localizada en la porción occidental de la falla Septentrional, falla que representa una bifurcación de la extensa falla regional que delimita el contacto entre la placa tectónica de Norteamérica y la placa tectónica del Caribe, estando claro que cuando se producen pequeñas roturas sísmicas, como las que acaban de ocurrir en Villa Elisa, se libera parte de la energía elástica acumulada, pero al mismo tiempo le recuerdan a la sociedad que la sismicidad no es un discurso alarmista de especialistas en geociencias y sismicidad, sino una realidad.

Pero los fuertes temblores no solamente fueron sentidos en la Línea Noroeste y en el Valle del Cibao, ya que también fueron sentidos en Santo Domingo y en gran parte de las regiones este y nordeste del país, siendo necesario continuar los esfuerzos educativos para enseñar a la gente qué debe hacer antes, durante y después de un fuerte terremoto, pues mientras más entendidas están las personas en todo lo referente a los terremotos, mejores decisiones toman respecto a los lugares a escoger para vivir, mejores respuestas se obtienen en los momentos de un fuerte terremoto, y menos daños materiales, menos pérdidas de vidas, y menos heridos, se producen durante un terremoto.

Ya son muchos los dominicanos que han cambiado de domicilio luego de escucharnos decir reiteradamente que las edificaciones construidas sobre rocas tienen mejor respuesta sísmica que las edificaciones construidas sobre suelos, y para sustentar esa aseveración hemos citado que en el caso del terremoto de magnitud 7.0 Richter ocurrido en Puerto Príncipe, Haití, en fecha 12 de enero de 2010, unas 400 mil edificaciones colapsaron, y todas estaban construidas sobre suelos arcillosos y arenosos flexibles, matando a unas 316 mil personas y dejando unos 350 mil heridos, siendo el peor desastre sísmico de los últimos 100 años, pero lo más extraño para muchos, aunque no para nosotros, fue el hecho de que las viviendas precarias, sin ninguna ingeniería, sin materiales de buena calidad, y construidas en mampostería sencilla, cerca del epicentro y sobre el eje de la falla responsable del terremoto, no sufrieron ningún tipo de daños, ni siquiera grietas menores, gracias a que estaban construidas sobre las rocas calizas de las formaciones Neiba y Plaisance.

De igual modo, todos los dominicanos conocen y admiran la majestuosidad de las obras arquitectónicas de la ciudad colonial de Santo Domingo, levantadas a partir del año 1504 en base al uso de mampostería de bloques calizos unidos con argamasa, obras que todavía hoy están de pie luego de sufrir las sacudidas de 8 grandes terremotos, incluyendo uno de magnitud 8.1 Richter, sin embargo, las ciudades coloniales de Santiago y La Vega colapsaron con el terremoto de 1562 debido a que estaban levantadas sobre suelos arcillosos calcáreos flexibles que amplificaron las ondas sísmicas de corte y generaron fuerzas excesivas que desmoronaron paredes y techos.

De ahí que para nosotros está muy claro que tanto en Haití como en la República Dominicana los terremotos han hecho colapsar estructuras mal construidas sobre suelos flexibles donde las ondas sísmicas de corte (Vs) viajaron lentamente y amplificaron el espectro sísmico, pero no han podido destruir estructuras mal construidas sobre rocas, ya que aunque muchos ingenieros lo dudan, las rocas rígidas que sirven de cimientos a edificaciones permiten que las ondas sísmicas de corte (Vs) pasen rápidamente, sin amplificarse, produciendo un efecto de blindaje sobre dichas estructuras, y en cada lugar donde ocurre un fuerte terremoto usted puede encontrar cientos o miles de edificaciones colapsadas sobre suelos flexibles, pero no encuentra edificaciones colapsadas sobre rocas rígidas, y la gente que vive en la capital de México puede certificar que tanto durante el fuerte terremoto del 19 de septiembre de 1985, como durante el fuerte terremoto del 19 de septiembre de 2017, todas las edificaciones colapsadas estaban construidas sobre los suelos blandos del antiguo lago Texcoco, y que ninguna edificación construida sobre las rocas de la periferia sufrió daño alguno.

La mejor manera de proteger a nuestra sociedad frente a los grandes peligros de la sismicidad es recordarle que el Evangelio de Mateo dice en el capítulo 5 que el hombre prudente construye su casa sobre la roca y el hombre insensato construye su casa sobre la arena. Seamos prudentes.

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