Todo aprendiz debe tener un maestro, así sea nominal. Incluso Grenouille, aun siendo un genio, lo necesitaba. Quizás solo para acreditarse cumpliendo los usos del gremio de perfumistas. Y nadie mejor para ser maestro de “la garrapata” (Grenouille) que el “perfumista y fabricante de guantes Giuseppe Baldini”, un viejo y metódico perfumista, de la docena que en aquella época había en París, y que luchaba por mantener, aunque sea unos pocos clientes, ante los influjos modernistas de los nuevos creadores de fragancias de la ciudad.

Baldini, “viejo y rígido como una estatua, con peluca empolvada de plata y levita ribeteada de oro”, tenía cada vez menos clientes. Nuevos perfumistas se apoderaban del gremio que los reunía y del público. Uno de estos, de apellido Pélissier, creó un perfumo exquisito llamado: “Amor y Psique”, que era el más deseado de la ciudad y Baldini, comido por la envidia, ni dormía e, incluso, pensaba en cerrar su histórico negocio.

Baldini nunca había creado un perfume, “no era un creador, sólo un mezclador concienzudo de olores acreditados, pero esto solo él lo sabía: era un artesano, no un creador. Así, ante un encargo para perfumar “un cuero español para el conde”, quiso copiar, escondido y avergonzado, el perfume creado por Pélissier: Amor y Psique, al que Baldini, en público, denominaba como mediocre y maloliente, “(… ¡) qué triste resultaba para un hombre cabal verse obligado a seguir caminos tan sinuosos! ¡Qué triste manchar de aquel modo tan sórdido lo más valioso que el hombre posee, su propio honor!”

A Baldini le carcomía el alma la envidia por los logros ajenos. El perfume hecho por “el miserable de Pélissier” era “asquerosamente bueno” y Baldini deseó haberlo creado. Pero era insípido, era un pésimo perfumista. Más forma que fondo. Sin embargo, “Amor y Psique” era un perfume “clásico, redondo y armonioso y, pese a ello, de una novedad fascinadora. Era fresco, pero no atrevido, floral, sin ser empalagoso”, como nunca podría crearlo él, lo que hacía que en cada gota de sangre de sus venas una víbora le mordiera la carne (La familia de Pascual Duarte).

Ante este hombre, con una fama construida sobre una farsa, con un encargo que sus limitadas facultades el impedían cumplir, y con el alma roída por el desconsuelo y la desesperanza, llegó Grenouille llevándole un encargo que había realizado: El cuero de cabra para la piel española que Baldini debía perfumar para la carpeta del conde Verhamont.

Luego de unas conversaciones forzadas por Grenouille, superando su natural ensimismamiento, Baldini acepta que el desconocido hombrecillo intentara realizar una toma de “Amor y Psique”. Acepto para distraerse y darle una lección de humildad al desconocido, “el talento sirve de bien poco si no va acompañado por la experiencia, que se logra a fuerza de modestia y aplicación”. Pero Grenouille, ante la incredulidad de Baldini, logró el milagro y reprodujo exactamente el perfume requerido. Así empezó a trabajar en la mayor perfumería de Paris, como asistente. Así se conocieron el trabajador (Baldini) y el genio (Grenouille).

Posted in Opiniones

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas