El país, reitero, debe aprovechar sus recursos naturales para impulsar su desarrollo económico y garantizar el bienestar de la población. También he escrito que toda explotación de los recursos no renovables debe estar sujeta a una estricta vigilancia del medio ambiente y llevarse a cabo en condiciones contractuales ventajosas. Las reacciones en mi contra fueron devastadoras, con epítetos que no conocía, deseándome algunos la peor de la suerte que la vida le puede deparar a un ser humano.

La minería es un factor determinante en la actividad económica global y si bien es cierto que una explotación irresponsable puede resultar fatal para el medio ambiente, también es innegable que existen tecnologías y prácticas que garantizan su preservación, y que en la actualidad se aplican en países con códigos ambientales muy estrictos y rigurosos. Naturalmente, decir esto en un país donde las tendencias de opinión responden no a necesidades reales es como tocar las puertas del Averno. Si en lugar de sentarnos a discutir los temas centrales optamos por la descalificación personal, seguiremos siendo lo que somos, una nación pobre sin futuro.

La oposición a la explotación minera fue y sigue siendo más emocional que racional y basta estar en la red para comprobarlo. Estar de acuerdo con la explotación de los recursos mineros no significa aceptar los males de una actividad irresponsable, sin vigilancia estatal y contratos onerosos. Los términos de cualquier concesión son competencia del gobierno. Lo que he dicho y sostengo es lo siguiente: si Venezuela, Ecuador, México, Etiopía, Rusia, Estados Unidos, los países árabes, Irán, Brasil, China y muchos otros usan su petróleo; si Chile impulsa su crecimiento extrayendo el cobre de sus montañas, no entiendo porque nuestro país no puede valerse de su riqueza minera para mejorar las expectativas de su gente.

Posted in La columna de Miguel Guerrero

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