Los aires de modernidad llegaron al periodismo. Ocurre una tragedia en un pueblo del interior y las noticias son inquietantes. No se ha ofrecido una versión oficial del hecho. En los programas más populares de la radio y de la televisión las llamadas se suceden una tras otra.
El más ágil y atrevido de todos se las ingenia y consigue una transmisión en vivo con un hombre en la escena. Desde el estudio, las voces se escuchan agitadas. Por fin, uno de ellos asume el control y dice: “La situación parece ser más grave de lo que se temía. Tenemos por la vía telefónica a nuestro reportero Fulano de Tal que tiene un informe en vivo a través de esta su emisora, primera antes que ninguna, la que siempre llega al lugar de las noticias, gracias a su director, el más grande entre los grandes, y a nuestro formidable equipo de reporteros, siempre atentos a todo aquello que sea de interés para nuestro público, que nos sigue diariamente, consciente de que nadie más puede superarnos, liderazgo que debemos sobre todo al profundo compromiso con la verdad del propietario, que no acepta presiones; y a propósitos de presiones el gobierno, bueno de eso hablaremos más tarde, mientras escuchemos, repito, desde el lugar del hecho a nuestro compañero. Adelante”.
El hombre no se hace esperar: “Muchas gracias a ese ilustre equipo de intelectuales que diariamente informa a la radio audiencia nacional, en especial a mi amigo y maestro Zutano, ejemplo para la nueva generación de periodistas en quien vemos un modelo a seguir en esta noble profesión llena de sacrificios y que tratamos de imitar como buenos discípulos que queremos ser. Nos encontramos como ya ustedes informaron en este hermoso y sufrido pueblo en compañía del senador Pirincho…” Desde el estudio le interrumpen: “El más grande…, honesto y trabajador como nadie…”
Cuando el reportero retomó la palabra se le fue la luz a la emisora.