Para los que no están familiarizados con el término, la diplomacia ciudadana, es la que se fundamenta en la democracia deliberativa y participativa, consiste en acciones que buscan cambios tanto en las personas como en las instituciones en el marco de conflictos o tensiones, a fin de favorecer canales de comunicación entre grupos o países en situación de confrontación.

Se caracteriza por la acción ciudadana en el ámbito internacional, orientada a promover agendas vinculadas a los bienes públicos, con especial énfasis en la construcción de la paz y prevención de la violencia. Presenta propuestas no formales, explora ideas, sugiere procedimientos y recoge opiniones de grupos de la sociedad civil que tradicionalmente no son parte de negociaciones de paz.

Es concebida en términos de los contactos y actividades no-gubernamentales de grupos de individuos que buscan mejorar las relaciones entre partes en conflictos, la participación de ellos puede responder tanto a su propia iniciativa como a la invitación por las partes en conflicto.

El foro de diplomacia ciudadana reunido en México en febrero del 2002, definió este concepto en una perspectiva regional. Cito: “como el conjunto de esfuerzos, tanto de cabildeo, negociación, denuncia, y movilización, dirigidos a incidir en ciertas instancias de gobierno y en los organismo multilaterales”.

Este modelo como señala el analista Kristian Herbolzheirmer es un concepto peculiar. Al ser de acuñamiento relativamente reciente, le pasa como al término desarrollo sostenible o sustentable: todo el mundo lo menciona y nadie sabe muy bien a que se refiere. No hay, por lo tanto, una definición única y universalmente aceptada

Desde el siglo XIX y hasta la década de 1990 la mayor parte de los conflictos entre Estados eran abordados por la diplomacia de Estados o, desde la creación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y sus enviados especiales. Pues no era necesario operadores externos en los conflictos.

Sin embargo, los Estados latinoamericanos cuentan con una rica tradición de adhesión al derecho internacional y a la diplomacia, con datos y antecedentes diplomáticos de régimen de prevención en conflictos y acciones vinculadas y relacionados a la resolución entre grupos o países en pugna.

Evidentemente, esta percepción se sustenta en el número de conflictos inter-estatales que se presentaron en la región, desde el conflicto en Ecuador y Perú en 1996, se ha evidenciado numerosas situaciones de tensión entre Estados, como el caso de Ecuador y Colombia y más recientemente Colombia y Venezuela que no obstante, no han dado lugar a conflictos bélicos, fundamentalmente por la intervención de diversas organizaciones y foros multilaterales.

Para terminar este modelo de diplomacia ciudadana tiene ventajas respecto de la tradicional. Puede moverse con flexibilidad y discreción, incluye a sectores de la sociedad civil que suelen negociar la paz en coordinación con los gobiernos sin implicarnos oficialmente.

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