Ahora que se habla de posible guerra ante la acción de Rusia de invadir Ucrania, en Europa del Este, los políticos son amantes de equiparar el lenguaje de guerra a la política.
El objetivo de toda guerra es ganar y para eso se diseña un plan que contiene dos aspectos fundamentales, la estrategia, que es la acción macro y guiará hacia la meta final; y la táctica, las acciones que se llevan a cabo para llegar hasta ahí. En el caso de la actividad política es alcanzar el poder.

El PRM en su estrategia de retener y ampliar el poder de cara al 2024, está implementado la táctica de conquistar alcaldes y funcionarios municipales de otras organizaciones. Al punto que los partidos de oposición están con el grito al cielo y han ido a la Junta Central Electoral a presentar la querella.

Viendo la estrategia del PRM es bueno hacer un análisis que separe el trigo de la paja. El librito de partidos exitosos en el poder, como el Reformista y el PLD, indica que se debe fortalecer la dirigencia partidaria, los líderes locales que luego se convierten en las estructuras que movilizan los votos.

¿Qué garantía tiene el PRM de la fidelidad de esos dirigentes que abandonan otros partidos para ir al que está en el poder?

El caso de Hanói Sánchez, en San Juan, por ejemplo, es bastante elocuente. La dama ya ha sido dirigente del PRSC, del PLD, la FP y ahora del PRM. Los casos de ese tipo abundan en todos los partidos y épocas de la política del patio, pero nadie aprende en cabeza ajena.

Además, hace más sentido que en lugar de dar pan a perro ajeno, alimentar los propios, que de paso sirve para oxigenar la demanda de empleo en el partido oficial.

Los perremeístas están que botan chispas porque las figuras de la sociedad civil que apoyaron el proyecto del Presidente, no solo se sirven con la cuchara grande en el Estado, además se dan el lujo de denigrarlos y tratarlos con discriminación sin ningún sonrojo.

No estaría mal revisar la táctica para que no se trague la estrategia, sobre todo ahora que suenan tambores de guerra y esperan tiempos difíciles en el arte de gobernar. Vendrán pruebas a la lealtad para seguir más allá del 2024, sobre todo a los oportunistas de ocasión.

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