Con la crisis de imagen que sufre el gobierno tras los escándalos del ministro del ministro de la Presidencia en licencia, Lisandro Macarrulla, por las menciones e imputaciones que se le hacen el voluminoso expediente Medusa y el asesinato del ministro de medio ambiente, han vuelto los tuits decretos, que el presidente Luis Abinader puso de moda en la breve transición tras su elección como presidente.
El mandatario anunció por esa red social la designación de Pavel Isa, como ministro de Economía, y de Miguel Ceara Hatton, como titular de Medioambiente. El de Joel Santos también, pero llegó con un apellido, es interino. Ese hecho genera conjeturas, interrogantes, sobre el destino final del Macarrulla.
Por ejemplo, si al Ministerio Público independiente se le ocurre imputarlo, habría que ver si renuncia de manera definitiva, o el presidente lo destituye, pues en el caso hipotético de que ocurra, la condición de funcionario seguro será tema de discusión. Se pedirá explicación de si va a u un tribunal ordinario o jurisdicción privilegiada por la condición de ministro que se supone mantiene todavía.
Aunque las aguas han bajado un poco para el gobierno, sin dudas que los meses por venir serán duros para mantener la narrativa de ética y transparencia en la actual gestión, sobre todo por los juicios al asesino de Orlando Jorge Mera y el caso Medusa que ha terminado salpicando al gobierno y la bola sigue corriendo y no se ve claro cuando se detendrá.
Atando cabos
El tema en todos los círculos ahora es el expediente Medusa, no solo por la podredumbre que desnuda de la gestión de Jean Alain Rodríguez, sino por la cantidad y calidad de los implicados y mencionados en el voluminoso escrito de la Procuraduría.
Entre los comentarios que corren, se habla de una discusión al más alto nivel la misma noche en que Macarrulla anunció con un mensaje de Twitter a las 10:27 minutos de la noche, que tomaría licencia en el cargo.
En otra reunión, también del más alto nivel, se ha dicho que una dama, no del gobierno pero si del PRM, no pudo contener el llanto por la impotencia ante lo ocurrido en las entrañas del gobierno.
