Antes de marzo, el presidente norteamericano tenía la vía asegurada, tal y como establece la constitución norteamericana, que se puede optar por dos periodos y nunca jamás. Es la costumbre que el partido gobernante apoya el segundo periodo al no presentar candidatos contra el presidente en ejercicio.
Pocos saben que la misma constitución establece que un presidente puede estar hasta diez años. Esto es, en caso de que como vicepresidente sustituya al presidente por un período no mayor de dos años, aún así, podría optar por sus dos períodos.

Ese hubiese sido el caso de Lyndon B. Johnson, quien sustituyó al asesinado John F. Kennedy, ganó las elecciones, pero no quiso optar por un segundo período.

La solidez de las instituciones no permite con facilidad cambios constitucionales que beneficien al incúmbete. Esto es así, que algo que en Latinoamérica parecería sencillo, el avión presidencial cuando amerita cambio no lo puede usar el presidente que ordena su recambio sino el próximo que asumirá la dirección de la Casa Blanca.

Es interesante ahora, ver cómo se mueve la campaña presidencial frente a la crisis actual de la pandemia. Los países en elecciones observamos cómo cada cual maneja la crisis para que no afecte sus posibilidades; por el contrario, que COVID-19 se convierta en una ventaja para repuntar en las preferencias del electorado.

Para Estados Unidos es muy importante la reactivación de la economía como lo es para todos los países, pero, especialmente en estos momentos, hemos visto la lucha en el Congreso, dominado en la Cámara Baja por los demócratas, que bloquean muchas de las iniciativas del ejecutivo.

Eso es importante porque crea los balances necesarios en cualquier momento, mucho más si es un período electoral donde las decisiones pueden ser más políticas que económicas.

Como en cualquier otro país, en el vecino del Norte se discute si las medidas han sido las adecuadas, los medios de comunicación, especialmente los opuestos al presidente Trump lo critican, otros al igual que aquí todo lo que hace el gobernante se tiene como positivo.

La fortaleza de las instituciones no permite que los candidatos, tanto el oficial como el de oposición, utilicen recursos propios o no para favorecer la imagen de los candidatos promoviendo candidaturas para mitigar la crisis sanitaria actual.

Trump, a pesar de la crisis de la COVID-19, tiene la ventaja de que su opositor no ha logrado despertar mucho entusiasmo en el electorado e incluso se le mantiene algo alejado de los medios de comunicación para no exponer algunas de sus deficiencias.

Ha tratado de vincular a China directamente como responsable de la COVID-19, que el virus fue desarrollado en Wuhan y liberado para afectar al resto del mundo. Esta afirmación ha sido desvirtuada por la mayor organización de inteligencia mundial, por su nombre en inglés: “Five Eyes” o los “Cinco Ojos”, creada entre 1940-41, con el apoyo de Inglaterra, Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda.

Indudablemente, aquí volvemos al aspecto de la política, todas las naciones en procesos electorales buscan la forma de que el manejo de la crisis, que nunca será perfecto ni contará con la aprobación unánime de los electores, les afecte en los resultados lo menos posible.

El gobierno republicano tiene una ventaja y es que, de acuerdo con las estimaciones, el próximo cuatrimestre será el peor, pero la recuperación de la economía mundial debe empezar en septiembre, lo cual mejoraría los niveles de empleos, castigados fuertemente.

Pero hay una frase de Lincoln que dice: “puedes engañar algunas personas todo el tiempo y engañar toda la gente en algún tiempo. Pero no podrás engañar a toda la gente todo el tiempo”.

Seguiremos las elecciones con atención, como siempre hemos hecho, esperando que en las norteamericanas y las que se estén dando en todo el mundo se piense primero en el bienestar de una comunidad gravemente afectada y no en los intereses personales de una candidatura u otra.

En Estados Unidos es igual que aquí, votamos por el que consideramos mejor, pero apoyamos al que resulte electo y en especial, en momentos que las economías necesitarán de todo el consenso posible entre gobierno, oposición y sectores económicos para revertir, en el menor tiempo posible, el desempleo y el hambre a nivel mundial.

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