A solo 19 meses de las elecciones, los demócratas se activan para buscar las formas de evitar la reelección del Presidente Donald Trump.

Su nivel de aceptación cercano al 40% es uno de los más bajos para un presidente norteamericano desde la segunda guerra mundial. Sin embargo, en las elecciones de medio término, donde perdió el control de la Cámara Baja, no fue peor a lo que perdió Obama en las elecciones de medio término.

Muchos definen su presidencia como tumultuosa, pero hay que reconocer que no ha hecho nada diferente a lo que prometió en campaña, lo cual lo diferencia de muchos de los políticos que prometen una cosa y terminan haciendo una totalmente diferente.

Su éxito con Corea del Norte, que inició con un enfrentamiento que parecería terminaríamos en un conflicto bélico, demostró que es un gran negociador. Con China por igual, reclama que no hay razón para mantener una balanza comercial tan desigual y con Europa reclama que el costo de la protección mundial debe recaer en partes proporcionales y no sólo en los Estados Unidos.

En esto tiene toda la razón, mientras China invierte en educación, tecnología, súper carreteras, trenes de alta velocidad, el vecino del norte debe invertir millones en guerras, mientras las ciudades y carreteras, investigación y educación se han quedado años atrás.

El fantasma de la recesión para finales de este año o principios del próximo parece haber desaparecido. En el primer trimestre la economía ha exhibido un robusto crecimiento de un 3.2%, que pudo haber sido mayor de no ocurrir el cierre del gobierno por la discusión en el presupuesto de la verja en la frontera con México.
El partido demócrata lanza sus generales y ahora todo se pone más interesante con el anuncio de optar por la candidatura de su partido del exvicepresidente Joe Biden, de la administración de Obama. Está en las encuestas por encima de Sanders, pero aún es muy temprano para hablar de posicionamiento. Es mucho más moderado que muchos de los contendientes y se le acusa de no haber defendido a Anita Hill, cuando esta acusó al Juez de la Suprema Corte, Clarence Thomas, de acoso sexual. Sin embargo, goza de mucha empatía por las tragedias personales que ha sufrido, primero perdió a su esposa y su pequeño hijo en un accidente de tránsito en 1972 y recientemente uno de sus hijos murió afectado de cáncer en el 2015.

Sanders, senador independiente, libró una intensa campaña contra Hilary Clinton y ya ha recibido importantes contribuciones económicas y, a pesar de sus 77 años, tiene un importante apoyo de la juventud. Sus posiciones las define como progresista y social demócrata, apoya los derechos de la clase trabajadora y está en contra de los llamados “super pacs” en inglés, que son grandes contribuciones de las cooperaciones, sindicatos o personas individuales.

Cory Brooker, senador afroamericano, se le ve como una figura que podría sustituir a Obama. Gran orador y carismático, pero personalmente le falta mucho para parecerse en sus posiciones al ex mandatario. Incluso, durante las audiencias para la confirmación a la Suprema Corte del juez Kavanaugh fue acusado de revelar información clasificada con tal de perjudicar la elección del juez.

Elizabeth Warren, senadora y educadora de Massachusetts, especializada en la ley de quiebras, se ha distinguido en denunciar los excesos de Wall Street y es una representante de la izquierda demócrata.

Al llegar el momento de las primarias habrá más de veinte candidatos, todos con características diferentes, pero con un fin común, el desplazar de la Casa Blanca a Donald Trump.

La dificultad de un partido dividido como el demócrata, ya que muchos de sus dirigentes no están de acuerdo en la tendencia de izquierda que representan algunos de sus candidatos, ha llegado hasta el punto de que el ex CEO de la famosa cadena de café Starbucks, Haward Schultz, ha estado estudiando la posibilidad de correr como candidato independiente, lo que haría más difícil al partido derrotar a Donald Trump.

Otros basan su esperanza de detener la reelección del presidente Trump en una recesión de la economía como ha pronosticado Krugman, que sin dudas desearía que el mandatario norteamericano perdiera las elecciones del 2020.

Esto sin mencionar el acoso, sin precedentes, de la prensa, encabezada por la poderosa cadena CNN, que no hay día que no encuentre algún defecto a la administración actual de la Casa Blanca.

Pero con una economía en pleno empleo y un acuerdo que parece logrará con China y Corea del Norte es difícil que pierda las elecciones. Más aún, podría incluso variar en algo su política de migración porque, ya hay sectores de la economía que no encuentran suficiente mano de obra.

A esto habría que agregar como terminará Trump y su equipo manejando la crisis venezolana, la cual impacta en muchas de nuestras economías con una migración como nunca vista de venezolanos que escapan del hambre, el terror y la insalubridad.

Además, estaría asegurando la estabilidad geopolítica de la región al sacar a Cuba, China e Irán del juego, aprovechando el rechazo de la OEA y de muchos de los países ya no sólo del área, también de Europa, que no reconocen las elecciones fraudulentas de Maduro y están preocupados por el narco, implementado por este y su pandilla, que no sólo afecta nuestra región, ya que los receptores en mayor medida de la droga son los propios Estados Unidos. Droga que llega gracias a Venezuela y que utiliza como puente a Puerto Rico, Haití y a nosotros, dañando nuestras economías y creando inseguridad.

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