El mundo, incluyendo a República Dominicana, vive desde hace tiempo la era de la inteligencia artificial (IA) y las redes sociales, a través de las cuales todos tenemos voz para expresarnos y presentar imágenes.

Anteriormente, la voz de todos estaba en poder de los medios tradicionales de comunicación. Ahora, las voces de la mayoría de las personas se expresan a través de sus propias maneras de observar los acontecimientos, en muchas ocasiones sin conocimiento sobre los temas.

Esa apertura de los medios de comunicación, aunque ha servido como arma de defensa para algunos, se ha utilizado mayormente para multiplicar el “libertinaje” y el chantaje, así como un elemento para promover la descomposición social y confundir a los ciegos de conocimientos, quienes no saben distinguir la realidad o la fantasía expuesta por “tuertos o hábiles cibernéticos”.

En medio de las vorágines de las redes sociales, se persigue la obtención de me gustas, seguidores, comentarios o visualizaciones sin importar el daño causado a cualquier persona sencilla, empresa privada, funcionario o instituciones públicas.

Los chantajistas y sicarios de la comunicación abundan en República Dominicana y otros países y se han hecho millonarios amparados en los millones de seguidores de influencers de barro, que se multiplican como “la verdolaga”.

Aunque me he referido a este tema en otras ocasiones, escribí este artículo a raíz de las supuestas difamaciones en las redes sociales a la ministra de Interior y Policía, Faride Raful, por la hija de una “comunicadora”, quien se ha referido a presuntos actos de la funcionaria, sin tener pruebas, debido a que su madre hizo una exposición pública, con “lagrimas” incluidas, pidiendo perdón “por todo este invento”, luego de saber que Faride tomaría acciones legales.

En los últimos días también otros funcionarios y figuras públicas han sido víctimas de campañas difamatorias, bajo el amparo de débiles mentiras, con las cuales solo se buscan beneficios personales.

Si el proyecto de Ley de Libre Expresión y Medios de Comunicación viene a controlar a los sicarios y chantajistas de la comunicación, que quizás por eso le huyen “como el diablo a la cruz”, revisémoslo, modifiquémoslo, si es necesario, y aprobémoslo, sin afectar a quienes ejercen la comunicación apegados a la verdad y respetando las leyes y los límites, por el bien común.

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