Se acerca diciembre… un mes que debería ser instaurado como el más nostálgico de todo el calendario.
Cargado de magnas celebraciones, banquetes y musicales; para muchos esconde en sí mismo las más grande de las tristezas debido a las sillas vacías que quedarán en la mesa.
Pensar en un abrazo, risa o recuerdo son las remembranzas más melancólicas al momento de cenar que recaen en la mente y corazón. Entre la navidad y el duelo.
Como si fuera hoy recuerdo a mi abuelo Rafelito llorar en una navidad desconsoladamente por su madre, al acordarse de su cálido abrazo años antes de morir. Yo definitivamente no lo entendía, era muy pequeña para hacerlo.
Hasta que en diciembre de 2016 se repitió la historia, esta vez no por el recuerdo de mi bisabuela sino por el fallecimiento de Gladis, mi abuela materna. No hay palabras que describan cómo y cuánto cambió todo desde allí, pero lo hizo.
Mi madre no ha sido la misma desde entonces, mis tíos tampoco. No importa cuántas navidades pasen, siempre es diferente cuando abundan espacios en la mesa.
Las anécdotas, bailes o canciones nunca quedarán completas sin ese abuelo, padre, hermano, madre o tío que partió. Y esto, junto a la melancolía y tristeza que traen las festividades, son parte del proceso de duelo con el que cada individuo lucha.
Esta historia no solo es mía, es de miles de dominicanos y personas en el mundo que llevan dentro el dolor por sus seres queridos que ya no están para esta época.
El duelo es un proceso complejo y único que cada persona afronta de una manera diferente en función de muchos factores. Y cada uno necesita cosas diferentes para tratar su dolor.
“No me siento bien. Trato de pensar en todo menos en eso; pero no se puede, nada es igual, nada lo llena”, expresó José Antonio Almanzar, quien perdió a su madre y accedió a contarme su historia.
Por momentos, Antonio Almanzar detuvo su relato debido al sentimiento de tristeza y desconsuelo que le invadió al pensar en su madre, y todo lo valioso que para él significa que no esté.
Otro testimonio es el de Ashley Herasmes, quien junto a su familia vio partir a uno de sus patriarcas. Y a pesar de entender que la vida se trata de eso, nadie te prepara para lo mismo, aún cuando sabes que es inevitable que pase.
Herasmes y su familia cada año sienten que todo va cambiando, pero juntos han podido darle el espacio al duelo que consigo trae frustración, tristeza y dolor; siempre buscando la ayuda necesaria para recordar desde el amor.
A pesar de que las primeras navidades, tras la pérdida, nos coloca frente a una realidad de ausencia; es vital sentirlo, llorar y sufrir, para ir dando paso a otra fase del duelo que nos permita ir incorporando nuevas costumbres, sin olvidar aquellos que amamos. Al final de cuentas, “hay cosas que nunca se olvidan”, y la pérdida de un ser querido es una de ellas.
Por eso, en medio de esta época, vive tu duelo.