Los amigos y familiares constantemente te aconsejan que lo mejor que puedes hacer para vivir tranquilo es confiar.
Te explican de mil y una formas los beneficios de creer, de la misma manera te enumeran las consecuencias negativas para tu tranquilidad y paz espiritual, que representa ponerlo todo o casi todo en tela de juicio.

Uno mismo muchas veces se propone vivir sin presentir, alejar de nuestras vidas la desconfianza y el temor. Por un tiempo sentimos que funciona. Estamos más tranquilos, nos notamos menos preocupados y hasta se nos percibe felices.

Pero ciertas acciones y palabras te dejan claro a dónde precisamente no debes acudir en tiempos de dificultad o simplemente si tratas de continuar tu camino, pues te dejarán muy claro que ya se te ha cerrado el paso.

Los amigos y familiares nunca nos aconsejan la manera de asumir la decepción, cuando nos sorprenden de manera desagradable. Cuando acudimos a alguien en quien creemos con los ojos cerrados, que nos tendería la mano si lo necesitábamos.

Nunca nos entregan un listado de soluciones para calmar la tristeza y aceptar como un tremendo error creer que al final del camino y luego de dar algunos pasos en falso podríamos contar con el apoyo, la comprensión y hasta el perdón de esa persona en quien tanto confiábamos.

Es devastador, se siente un fuerte dolor en el centro del alma cuando te das cuenta que a ti no se te tenía permitido equivocarte, que tienes que empezar de cero porque ya no tienes nada que retomar.

Es increíble, pero muy cierto, que en muchos casos, aquellos que te dejan bien claro que no debes ni pensar en llamar a sus puertas, terminan muy molestos si das la vuelta y comienzas a llamar en las puertas de otras personas.

He escuchado que una manera positiva de enfrentar la vida es vivir sin esperar nada de nadie, no sé hasta dónde pueda ser bueno, pues para mí será siempre lo mejor contar con personas a las que pueda acudir confiada de que encontraré su solidaridad y comprensión.

Hoy y por el tiempo que me quede en este mundo, deseo ser, para las personas de mis afectos, alguien en quien puedan confiar y acudir en sus horas más difíciles, espero hacerles ver que todos nos equivocamos y tenemos el mismo derecho de corregir los errores y retomar nuestras vidas.

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