La salud es un árbol que tiene muchas ramas. Cuando escuchamos el término, casi siempre pensamos en el bienestar de nuestro cuerpo. “Estar sano es que no me duela nada”, dijo un joven a quien le pregunté que qué significaba para él gozar de buena salud. Otra persona agregó que además de no sentir ningún dolor, era la suma de muchas otras cosas. No se puede olvidar la conexión entre el cuerpo y la mente. Fue así como me llegó al pensamiento el término salud emocional.

“Poseer salud emocional implica tener habilidad para controlar las emociones, sentirnos cómodos al expresarlas, y hacerlo en forma apropiada. Está probado que quienes, consistentemente, tratan de mejorar su salud emocional tienden a disfrutar mejor la vida”. De esta manera lo define Alicia López Blanco, psicóloga clínica.

La experta continúa diciendo: “Las emociones negativas influyen y afectan nuestra salud pues, si no las reconocemos y aprendemos a expresarlas asertivamente, o no tenemos control sobre la intensidad de nuestros estados emocionales, o éstos se prolongan en el tiempo, nuestro organismo sufrirá las consecuencias. Experimentar salud afectiva o emocional implica un manejo responsable del estado de ánimo, emociones y sentimientos, reconociéndolos, dándoles nombre, aceptándolos, integrándolos y orientándolos de acuerdo a valores. Está probado que quienes, consistentemente, tratan de mejorar su salud emocional tienden a disfrutar mejor la vida”.

Esta última parte es la razón principal para compartir con ustedes este artículo, es cierto, cuando algún sentimiento negativo nos roba la paz y la tranquilidad sufre todo nuestro organismo. Cuando una preocupación nos da vueltas en la cabeza, nos quita la alegría y una de las primeras reacciones es perder el apetito y dejar de dormir. Casi todos manifestamos el sufrimiento de formas diferentes, pero es sufrimiento al fin y al cabo y este artículo nos lleva a reflexionar sobre la importancia de cuidar nuestra salud emocional.

Muchas veces estamos sumidos en la tristeza por algún inconveniente con otra persona, sin embargo, esa persona anda por ahí de lo más feliz y quizás ni se acuerda de uno. Es por eso que sin convertirnos en egoístas debemos pensar más en nosotros, cuidarnos, amarnos, saber lo mucho que valemos y sin volvernos arrogantes, sentirnos seguros de que cuando de verdad amamos a alguien le regalamos un tesoro invaluable. Yo decidí gozar de salud emocional, porque merezco disfrutar mejor la vida.

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