Desde los inicios de la pandemia, he estado afirmando que las consecuencias económicas que ella ha provocado serán mayores y peores que las de salud. Asimismo, he sostenido que uno de los sectores que más han sufrido y seguirán sufriendo esas consecuencias negativas son las micro, pequeñas y medianas empresas.
Las mipymes son un elemento esencial para lograr la recuperación de la economía en un tiempo relativamente corto. En el caso de nuestra nación, como en todas las economías del mundo, las mipymes constituyen uno de los soportes básicos del proceso de creación de riquezas y de empleos. De acuerdo a un documento del Ministerio de Industria y Comercio del año 2019, en la República Dominicana las mipymes constituyen el 98% del total de empresas, con una participación en el PIB de un 38.6% y con una generación de más de 2 millones 500 mil empleos.

La crisis del Covid ha golpeado de manera fuerte a todo el entramado de las mipymes. Una gran parte de esas empresas están paradas o en proceso de quiebra. No pueden cubrir nóminas, no pueden pagar los locales, ni la luz eléctrica ni el internet. Ante esa dura realidad, el gobierno anterior creó los programas Fase 1 y Fase 2, como una forma de apoyar a las mipymes para cubrir una parte de sus nóminas.

Todos pensábamos que el nuevo gobierno de Luis Abinader mantendría esos programas y ampliaría su cobertura. Pero, de manera sorprendente, las nuevas autoridades económicas han dicho que “es imposible mantener esos programas de apoyo a las mipymes”. Si se eliminan esos programas, el gobierno estaría provocando una quiebra generalizada de empresas, un incremento desorbitado del desempleo, un incremento de la pobreza y, tal vez sin darse cuenta, estarían prendiendo la mecha de un conflicto social de dimensiones peligrosas para la estabilidad política.

En un estudio reciente la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) se afirma que la pobreza en República Dominicana afectará este año al 24.7 % de la población, aumentando más de cuatro puntos porcentuales, con relación al 20.3 % que se registró en 2019, producto del COVID-19.
Asimismo, la pobreza extrema se incrementará en el 2020 más de dos puntos porcentuales, impactando al 6.7 % de los dominicanos, superando la tasa de 4.5 % que se registró el año pasado. De acuerdo a la Cepal el nivel de desempleo en el país, producto de la pandemia, pudiera colocarse entre 18 % y el 20 %, más de un 40% de incremento.

Al parecer el actual gobierno no tiene conciencia de la importancia de las mipymes y de las graves consecuencias de no ampliar su ayuda a miles de empresas que hoy atraviesan por una de las más críticas situaciones de su existencia. Y si bien es cierto que ha habido facilidades de préstamos para las mipymes impulsadas por una correcta política monetaria del Banco Central, lo cierto es que el monto destinado para esos fines ha sido insuficiente. Y la difícil situación financiera por la que atraviesan las mipymes endeudadas y que no pueden accesar a eso fondos, puede traer como consecuencia un incremento de los niveles de morosidad en la banca comercial.

El presidente Abinader debe declarar como una prioridad nacional la ayuda a las mipymes. Debe orientar para que se defina y se implemente un Plan Especial de Apoyo a las Mipymes. Y de forma inmediata, pues si se pierde mucho tiempo, la pobreza, la delincuencia y la inestabilidad social podrían ganarles la batalla a las autoridades.

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