La reconfiguración del escenario geopolítico y la dinámica interna de varias naciones han derivado en que atraviesen por momentos desfavorables tendentes a la desestabilización o al agravamiento de esta, como apreciaremos a continuación.
En tal sentido, desde Ucrania empiezan a reportarse, aunque tímidamente, problemas de desabastecimiento de alimentos y otros insumos, debido a que se ha visto afectada la ayuda que países como Polonia suplían inicialmente.
De su lado, Rusia despliega una nueva estrategia mediática en las redes sociales enfocada en Occidente, orientada a mejorar los problemas de imagen que tiene, promoviendo un discurso a tono con sus intereses y fílmicas que muestran una imagen pausada y segura de la vida cotidiana en las ciudades del país.
Esta iniciativa de mejorar la percepción sobre el país y su sistema político fue puesta en marcha en momentos trascendentales, pues la ofensiva contra Ucrania sigue su curso y Rusia se mantiene anunciando la ocupación por vía de las armas de territorios ucranianos.
Asimismo, las elecciones presidenciales serán realizadas entre el 15 y el 17 de marzo, con Vladimir Putin como virtual ganador en primera vuelta, cuando todavía están latentes las dudas y las sensibilidades en torno a la muerte del opositor Alekséi Navalni.
Por otro lado, las acciones terroristas de los hutíes de Yemen en la zona del mar Rojo han puesto en riesgo la conexión de Internet a escala global, luego que se detectara que 4 cables submarinos fueron cortados.
Aunque se le atribuye la responsabilidad a los rebeldes, en la zona del mar Rojo se mantiene un combate entre los rebeldes que apoyan a Palestina y accionan contra los barcos que asumen pertenecen a Israel, que a su vez son enfrentados por la Coalición Internacional Naval, liderada por Estados Unidos.
La situación puede empeorar hasta afectar los demás cableados localizados en esa área, porque los ataques entre los bandos enfrentados son constantes, mientras que la empresa hongkonesa HGC Global Communications, a cargo de estas operaciones, solo se limitó a decir lo que está pasando, y esquivó posibles soluciones.
Desde otra vertiente, trasciende el escenario de violencia en la ciudad argentina de Rosario, donde en menos de una semana fueron ultimadas 4 personas, presuntamente por parte de la delincuencia organizada como forma de enfrentar el Gobierno de Javier Milei, que puso en marcha una ofensiva contra el narcotráfico que incluye el envío de efectivos de fuerzas federales y el fortalecimiento de la seguridad en el penal Piňero, para limitar el control dentro de ese recinto ejercido por los líderes de esas organizaciones criminales.
Con esta medida Milei intenta refrendar el trabajo que en ese sentido viene ejerciendo su homólogo salvadoreño, Nayib Bukele, logrando neutralizar las operaciones de las bandas criminales.
La Administración de Milei tiene como reto contrarrestar a tiempo el accionar de los grupos que han impuesto una especie de statu quo, que amenazan con aumentar el número de muertos, pues están en juego aspectos tan neurálgicos como el grado de arraigo de su mando y la cohesión de su Gobierno para apoyarlo en iniciativas trascendentales como esta, en medio de la división que refleja la sociedad con respecto a diferentes temas.
Por último, pero no menos importante, la incertidumbre se mantiene como el hilo conductor de lo que acontece en Haití. La Comunidad internacional, priorizando otros temas y situaciones coyunturales más estratégicas, dejó de lado una solución viable para el empobrecido país, que llegó a un punto de no retorno, evidenciado en la falta de autoridad política y de legitimidad de las que tienen responsabilidades en las pocas instituciones que todavía funcionan.
Para Haití, el mejor escenario sería establecer un Gobierno de facto, que a mediano plazo pueda convocar elecciones, sin embargo, para eso se necesita el consenso de los principales sectores nacionales y sus liderazgos han desaparecido del escenario.
La figura debe contar con el suficiente arraigo político y social, pero sobre todo, con el apoyo decidido de la comunidad internacional, que deberá enfocarse en neutralizar o replegar el accionar de las bandas criminales, indispensable para el retorno a una relativa normalidad.