“Al país que fueres, haz lo que vieres” reza un conocido dicho popular, pero, más que replicar las acciones de un lugar que se visita, es mejor observar detenidamente sus instituciones que son un claro indicador de cuáles son sus prioridades, qué reviste importancia para sus nacionales y autoridades, además de cuáles son sus costumbres. Hay países repletos de museos cuya existencia constituye un notable indicio de una sociedad para la que la cultura resulta relevante; en otros, se perciben iglesias por doquier que demuestran devoción y espiritualidad, aunque la ausencia de ellas, su secularización. Igual, los colegios, escuelas y universidades expresan la apuesta a la educación.
Un territorio con profusión de vehículos lujosos exhibe la solvencia de sus ocupantes (o, por lo menos, las facilidades de crédito). Muchas industrias y comercios, estabilidad del mercado y seguridad jurídica. Los restaurantes y bares por todas partes, que hay suficientes clientes para consumirles.
Las constantes emigraciones expresan conflictos sociales o políticos o bien, pocos recursos económicos; en cambio, los inmigrantes denotan la búsqueda de una mejor calidad de vida porque el que se encuentra bien en su tierra, difícilmente la abandona. Las estatuas de héroes nacionales conmemorativos de viejas batallas evidencian el apego a su historia y el respeto a sus raíces que resalta los méritos de los antepasados. Numerosas instituciones financieras, la confianza en el flujo de dinero.
Las calles hablan por sí solas de los habitantes que las pisan y los edificios, de quiénes los ocupan. El lenguaje de cada comunidad se encuentra en aquello que abunda (y también en lo que escasea). De las ciudades como las nuestras, en medio del trópico, variopintas y con unos comportamientos que nos son muy propios, un extranjero que se quede en la superficie podría interpretar que creemos en la suerte, por la profusión de bancas de apuestas, que vamos a las iglesias para ver si rezando nos sacamos el premio y después, frecuentamos los colmadones a bebernos una cerveza, bien para celebrar, si se ganó, bien si se perdió, para ahogar las penas. Talvez no tengamos el desarrollo que merecemos, pero nunca nos faltan motivos para cantar, bailar, gozar y sonreír, bajo cualquier circunstancia en que nos encontremos y esa continuará siendo nuestra marca país.