Gaspar Polanco, quien estuvo al servicio de las tropas españolas, pasado al lado revolucionario y conociendo las entrañas del enemigo, desarrolló la estrategia de sitiar a los españoles en la Fortaleza San Luis e incendiar gran parte de Santiago. Desestabilizó al ejército enemigo, provocándole más de 1300 bajas en emboscadas que les hizo sufrir en su escape hacia Puerto Plata. El 16 de agosto de 1863 valientes dirigidos por Santiago Rodríguez, rico hacendado criollo, hicieron una incursión al cerro de Capotillo, en Dajabón, e izaron la bandera dominicana en simbólico gesto llamado Grito de Capotillo, y que da lugar a la fecha de celebración. Allí estuvieron Benito Monción, Juan Antonio Polanco, hermano del Gral. Gaspar Polanco y Pedro Antonio Pimentel, entre otros. En septiembre de 1863 José Antonio Salcedo (Pepillo), nacido en Madrid en 1816, hijo de padres dominicanos, se autoproclama Presidente de la República, con el rechazo de muchos grupos conspiradores. El Gral. José de la Gándara, Gobernador y jefe de las fuerzas españolas quiso negociar la paz y Pepillo Salcedo vio con simpatía esa intención e iniciaron la discusión de los términos de paz. Salcedo fue derrocado por Gaspar Polanco y enviado a sacar del país por Puerto Plata bajo la custodia de Gregorio Luperón quien recibió la orden de fusilarlo. Así lo hizo en la playa de Maimón, entregando a un soldado del pelotón de fusilamiento, de unos 20 años, pertenencias y mensajes para su esposa. Curiosamente ese soldado era Ulises Hereaux (Lilís). Las tropas del ejército español fueron derrotadas en irregulares combates donde la montería y la guerrilla dieron los frutos esperados. Santana, gran estratega militar fracasó en sus combates contra los restauradores y deliberadamente desobedeció la orden de La Gandara de situar sus tropas protectoras frente a Santo Domingo, siendo reprendido y ordenado su traslado a Cuba para ser juzgado. El 13 de junio de 1865 falleció repentinamente Pedro Santana, sospechándose inclusive de que se trataba del suicidio de un hombre amargado, arrepentido y traicionado. Con situación de crisis en España, con la caída del Primer Ministro Leopoldo O’Donnel se decidió detener las operaciones militares en la isla, y la Reyna Isabel II el 3 de marzo de 1865, firmó la anulación de la anexión. El 15 de julio, las tropas españolas abandonaron la isla. Mi bisabuelo materno, Eugenio Paulus Sainz, soldado español, se escondió en una carbonera en Azua junto a otro de apellido Dorado, lugar de embarque de las tropas, desertando y quedándose en esa población del sur dominicano, por razones de amor, creando familia con la también española, Natalia Maceo. Contaba mi madre, que miraba en dirección al infinito mar, dejando correr lágrimas, por las añoranzas de lo dejado atrás y el no poder regresar a la Madre Patria. Cambió al Madrid Monumental, por la aldea de Azua en un convulso país del exuberante Caribe.

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