El Departamento de Ciencias Jurídicas del campus Santiago de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra culminó la semana pasada con la triste noticia del fallecimiento del Padre Richard Bencosme, maestro de generaciones en la cátedra de Filosofía del Derecho.
El sacerdote, oriundo de Moca, fue ordenado en España el 21 de julio de 1963, regresando poco tiempo después al país. Muy cerca de su retorno se integró a la universidad donde ejerció funciones administrativas, académicas y pastorales hasta el momento de su muerte.

Durante veinte años tuvo a su cargo el Programa de Crédito Educativo que permitió que, muchos jóvenes de escasos recursos, pudieran estudiar. Fue el creador de la Pastoral Juvenil Universitaria de la que aún era asesor y permanecía como vicario administrativo de la Parroquia Universitaria Nuestra Señora de la Anunciación.

Su cátedra de Filosofía del Derecho, es recordada con gratitud por su presencia constante, su puntual y metódica preparación.
Nadie puede olvidar sus cautivantes discusiones con Hans Kelsen a quien criticaba por escribir sobre la justicia a pesar de afirmar que ignoraba lo que era la justicia.

Su clase era todo, menos aburrida. Manejaba como pocos el aula. Como si se tratara de un foro teatral colocaba, en permanente contraposición, las escuelas positivista y iusnaturalista por la cual reflejaba evidente inclinación.

Una frase era muy repetida por el. La misma ha inspirado el título del presente artículo: «De nada vale ser buen arquitecto, buen médico, buen ingeniero o buen abogado, si primero no se es un buen hombre».

En el Padre Richard esa frase no era hueca. El con su vida la llenó de contenido porque predicó con el ejemplo. Quienes lo conocimos podemos testimoniar que el fue un hombre bueno de punta a punta.

Al conocer de su muerte, no se por qué recordé el día en que murió el Papa Juan Pablo II y en mi cabeza retumbaba la frase que, en aquella ocasión, gritaron muchos «¡Santo súbito!».

¡Ha perdido el mundo un hombre bueno! ¡Ha ganado el cielo un alma noble! Descanse en paz Padre Richard, sus hijos en la Fe lo mantendremos en la memoria como ejemplo de virtud y de Santidad.

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