El exceso de realidad nos lleva al desequilibrio emocional y mental, pero Dios es «Espíritu y Verdad» y sabe encajar de manera perfecta en nuestro espíritu para darnos paz en la tormenta, gozo en la adversidad, abundancia en la escasez y luz en la oscuridad… Hay mucho más de lo que vemos, sabemos o nos quieren hacer creer. En Dios encontramos esa profundidad que afirma nuestras raíces en la verdad y nos permite vivir en equilibrio sereno no importa por donde vaya el viento. Como la luna, tenemos imperfecciones y debilidades pero damos la cara radiantes y sonrientes no porque todo está bien sino porque decidimos estarlo a pesar de todo. Porque “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” y cuando lo confieso, todo temor o ansiedad se devanece.

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