Erramos cuando por ejercer control desperdiciamos tiempo vital para ejercitarnos en lo que sí cuenta, nuestro propósito. Cuan atinado fue el Apóstol Pablo al decir: “Todo lo puro, todo lo honesto, todo lo bueno, en esto pensad…”. ¡Qué sensato cuando expresó que debemos renovar la mente en lugar de amoldarnos al mundo! Ambos textos nos dicen cuan fácilmente nos amoldamos a los preceptos del mundo y no a los principios y consejos divinos. Vemos lo que queremos, creemos lo que nos interesa, juzgamos basados en nuestras experiencias y argumentamos hasta donde conocemos. No disfracemos de ayuda lo que luego cobraremos, no demos para comprometer ni nos entreguemos para luego exigir. Actuar bien comienza con pensar bien, pensar bien comienza con no subestimar ni juzgar, los lazos sinceros son buenos compañeros!

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