Las personas que valoran otras dejan un tipo de huella que brilla aún en los momentos de desaliento, adversidad, o sombría incertidumbre. Quien no sólo es gente educada o amable por interés se maneja con actos genuinos que dejan certeza y bienestar interior en los demás. Tienen ese “don de gente” que trasciende… No dejan conversaciones sueltas, no crean escenarios abiertos a la suposición ni son caprichosos o altivos, dejando respuesta a la indiferencia o provocan menosprecio. La gente noble, decente y genuina conoce que comunicar es un arte, y que por ende somos artesanos de la comunicación, pero más aún podemos ser artistas de las relaciones y generar por medio de ellas seguridad, paz, alegría y bendiciones. En el lenguaje de este tiempo la atención cuenta como una caricia!

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