El día que el cielo trabaja en nuestros sueños lee cada íntimo pensamiento, sucede que ni lo notamos, y mientras las distancias y las estaciones cooperan para mantener la tensión de los espacios, las verdades arriba quedan aisladas de las circunstancias abajo, más de espaldas a toda suposición y lejos de la imaginación, ágilmente se teje lo insospechado. Y un día como si todos nuestros errores fueran borrados, lo seco germina, y los días buenos son compilados en una agenda donde un evento nos hace coincidir con esa persona, encajar en ese lugar, evidenciando la luz atrapada en el ocaso de un pensamiento recurrente. Sabes bien, dice el dicho, “la mayor pobreza es la ausencia de Dios en los pensamientos de un hombre”, ahora mismo ¡Él te piensa y sonríe!
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