Nuestra gran tradición es cenar en familia en estas fiestas navideñas, algunos recorren distancias astronómicas para sentarse a la mesa y acomodar corazones, celebrar recuerdos, restablecer relaciones, disfrutar de una gastronomía única, y del milagro de dar-recibir que articulan de manera sin igual los miembros de una familia. Temas alegres, íntimos, opiniones y esperanzas con lentejuelas doradas brillan sobre la mesa y cada mirada es especial, y notamos que las pupilas de nuestros niños son como pesebres donde habrá de nacer Emmanuel! Cenar entonces, está más lejano a comer de lo que pensamos, es sólo el escenario para vivir y compartir y celebrar lo mejor como familia, renovar sueños, creer, cantar, reír; y donde hay dos o más reunidos en Su nombre, allí estará Jesús, la razón de la Navidad!

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