“Debe haber equilibrio perfecto entre resistir y persistir cuando debamos alcanzar una meta. La mayoría de las carreras que sudaremos, son carreras lentas, con obstáculos, algunos inesperados, donde el primer rival es un pensamiento derrotista, estancado en el ángulo de una indecisión.
Saber lo que eres capaz de lograr con tus fuerzas y lo que Dios quiere y puede darte, es imperativo, pues tu límite es Su punto de partida. También te aseguro que, persistir es intrínsecamente un acto de fe, un perseverante jamás será un desertor. Cuando un hombre sabe lo que quiere, es indetenible, utiliza cualquier medio posible; pero cuando un hombre conoce la voluntad divina para sí, es invencible. Equilibrio es persistir hasta que la duda agonice y resistir hasta que Dios obre. l

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