Escuché una vez que cualquiera puede actuar como cristiano pero pocos reaccionar como tales. Hay mucha diferencia entre fingir y ser genuinos; fingir que se es cristiano es posible pero fingir a Cristo requiere un “expertise” transformador. Perfeccionar “parecerte” nunca será “ser”, pero algo interesante acontece cuando decidimos actuar sinceramente. Sin duda comienza a verse algo divino en nosotros a medida que somos genuinos. La métrica de fe, amor, sinceridad, pasión, sabiduría, siempre estará garantizada en proporción a la entrega del corazón, que es el cauce donde el Espíritu fluye sin mediciones. Comprende pues que, Dios no te precisa perfecto, pero si auténtico. Un alma valiente se convierte en valiosa cuando opera desde la sinceridad, es por eso que fingir amor es la forma más segura de forjar fracasos y frustrar relaciones.

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