La vida está mezclada con lo bueno, lo malo y lo feo y es nuestro deber entresacar lo precioso de entre lo vil, lo valioso de entre lo odioso y lo necesario de entre lo aparentemente inútil.
La verdadera vida reside en nuestro interior, por eso una vida plena depende de ti. Al poner a Dios en el centro de ésta, siembras el árbol de vida que fructificará en todo tiempo. Ser feliz, tener paz, o prosperar dependerá de lo que siembras en otros y de cultivar inteligentemente aquello que pones en tu corazón. Cuando comprendemos que de esta vida nada nos llevaremos, entonces comenzaremos a vivir por lo único que nos podremos llevar. Recuerda que vivir es un regalo, vivir bien es un privilegio, vivir plenamente es una decisión.

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