La selección de los jueces a la corte suprema de cualquier país es un hecho de gran relevancia al tratarse de la instancia superior de justicia de las naciones.
Cada país tiene diferentes maneras de elegir los jueces que formarán parte de la Suprema Corte. En nuestro país lo vimos no hace mucho tiempo, cuando se reunió el Consejo Nacional de la Magistratura para elegir los jueces faltantes y evaluar el desempeño de los jueces.

En Estados Unidos, es el Presidente quien propone los jueces y los confirma el Senado.

Nuestra constitución permite que un juez pueda ser sustituido de la Suprema Corte, alegando pobre desempeño y lo vimos no hace muchos meses cuando a la actual Procuradora General de la República se le quiso dañar una hoja de vida ejemplar con acusaciones muy lastimosas. En los Estados Unidos, los jueces de la Corte Suprema son elegidos de por vida.

El mundo atraviesa por una etapa de división en todos los aspectos. Vemos lo reñidas que son las elecciones en muchos países, donde se llega a los extremos de crear problemas económicos insalvables a sus economías.

La elección de la Suprema Corte norteamericana no escapa a esa división, moderados contra liberales. La composición hasta este momento eran tres jueces nominados por el presidente Bush, dos por Clinton, dos por Obama y ahora serían tres por Trump.

La muerte de Ruth Bather Ginsburg, icono de los derechos de la mujer, que debió luchar para abrirse camino en una profesión entendida sólo para hombres, logró ocupar una silla en la Suprema Corte, alcanzando una gran popularidad y aprecio por la sociedad norteamericana, gracias a sus luchas por los derechos de las mujeres y a su talento que llegaba a tal punto de que con sus argumentaciones cambiar posiciones conservadoras de sus pares en la corte. Sus diferencias sobre temas fundamentales le llegaron a decir en una entrevista “la genialidad de la constitución es que en el transcurso de más de dos siglos nosotros el pueblo hemos llegado a ser cada vez más inclusivos”.

El deseo de la jueza Ginsburg era “permanecer en la Suprema Corte hasta que otro presidente diferente a Trump fuera el que la sustituyera”.

Sabía que de ocurrir su desaparición en el actual mandato republicano su sustituto sería conservador y alteraría el equilibrio del más alto tribunal de la nación.

La BBC dice que se abre un debate sangriento, porque cambia la composición del alto tribunal por muchos años, ya que los tres jueces nominados por Trump, si es que consigue la nominación por parte del Congreso de la jueza Amy Coney Barret, son jueces jóvenes.

La jueza Barret es graduada Summa Cum Laude de la Universidad de Notre Dame y trabajó como asistente del fallecido juez Antonin Scalia. Dicen que desde que ingresó a la facultad los conservadores venían preparándola por su alto perfil para ocupar la posición para la que hoy está propuesta.

De altos valores cristianos, opositora del aborto y defensora de la composición de la familia. Su posible designación podría inclinar la balanza hacia importantes cambios en fallos históricos como el del 22 de enero del 1973, Roe contra Wade, donde la Suprema Corte varió el fallo de la interpretación del Estado de Texas sobre el aborto, declarando la legalidad de este. El fallo ha generado enormes controversias por muchos años, en los Estados Unidos.

Los demócratas tratarán de impedir la nominación de la jueza Barret como hicieron con el juez Kavannaugh. En un senado controlado por los republicanos, porque no quieren perder el equilibrio que pueda revertir muchas de las políticas liberales y con la esperanza de cambiar el control del senado, desean que esta elección se posponga más allá del 3 de noviembre, día de las elecciones presidenciales y de algunos senadores.

Con esta nueva composición de la corte, muchos entienden que las leyes sobre el aborto, el Obama Care y las libertades civiles, especialmente de las mujeres, podrían retroceder.

No creo que al ser mujer y reemplazar a un modelo de ciudadana norteamericana como lo fue la jueza Ginsburg peligren los derechos de las mujeres. La despenalización del aborto podría estar en tela de juicio, como lo ha estado por años, lo que muchos apoyamos por nuestros valores cristianos, el respeto a la vida desde la concepción.

Falta poco para las elecciones, para mi Biden es un mejor candidato que el anterior de los demócratas, pero enfrenta a un presidente en ejercicio, con mucha habilidad en el manejo de las comunicaciones, aún siendo extremadamente conflictivo, muy criticado por cómo ha manejado las relaciones con sus aliados y la crisis sanitaria, aún sigue teniendo una base importante en el electorado y no sería difícil verlo cuatro años adicionales en la posición más importante del planeta.

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