El art 1809 del Código Civil español expresa que con la transacción las partes, dando, prometiendo o reteniendo cada una alguna cosa, evitan provocar un pleito o terminan al que había comenzado; igual dispone el art. 2044 de nuestro Código Civil para que se evite un conflicto en ciernes o se finalice uno que ya arrancó, con lo que se evidencia que hay que retirarse los guantes de pelea y darse las manos, aunque con esas mismas se hayan golpeado, de acto y de palabra. El legislador sigue diciendo que, al decidir extinguir la reyerta, se renunciará a derechos, acciones y pretensiones. De lo contrario, estaríamos hablando de sometimiento, no de advenimiento.

Entonces, desde la posición de poder y control de uno de los enfrentados, es a ese al que le toca bajarse de su pedestal para tratar de estar al nivel del que está en desventaja. No se puede pretender que el otro acceda, si no ha sido convidado a la fiesta y el bizcocho se lo come uno solo.

Diálogo, exige dos que se escuchan, se atienden y se entienden, no uno que desde el pódium espera que su contrincante se conforme con ser el público, se limite a observar y de paso, lo aplauda. Negociación es llegar a un acuerdo sabiendo que no se obtendrá todo lo que se persigue y que habrá que ceder en provecho de otro. Sin desprendimiento, no hay arrepentimiento, solo pura poesía para quedar bien ante una comunidad cada vez más atenta al comportamiento de sus integrantes y más exigente con el cumplimiento de la palabra empeñada.

No se resuelven desavenencias sin renunciar a ciertas aspiraciones. Esa ecuación ganar-ganar, no siempre es posible, pero debe ser equilibrada porque, mientras no se transijan los principios, hay un mar de oportunidades para navegar hacia una solución. No es casualidad que transacción también se refiera a la transformación, intercambio y creación como una operación en la que los beneficios circulen de ambas vías para entender que, a veces, para ganar, hay que saber perder.

La concertación requiere concentración y la convicción de que se trata de un tránsito de derechos y obligaciones de ambos lados para repartir las cargas, ya que, si los privilegios solo están en un litoral y el sacrificio del otro sin un punto medio, habrá quiebre, no cierre.

Una negociación no es una negación, requiere humildad, madurez y disposición para no querer avasallar, así como altas dosis de sabiduría para entender que hoy se está en la tarima y después podrían ser las gradas porque para pelear se necesitan dos e igual para dejar de hacerlo, he aquí el dilema.

Posted in Opiniones

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas