La agenda electoral latinoamericana inicia en los próximos días con la celebración de las elecciones presidenciales, vicepresidenciales y diputaciones de la Asamblea Legislativa de El Salvador, previstas para el próximo domingo 4 de febrero.

El actual presidente de la República y candidato por el partido Nuevas Ideas, Nayib Bukele, tiene una reelección garantizada en cualquiera de los escenarios posibles, de acuerdo con los resultados de las encuestas más reputadas, que le atribuyen una intención de votos que ronda el 70%.

Además de Bukele, por la nominación presidencial compiten Manuel Flores, del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), quien se ubica en segundo lugar, con un remoto 2.9% de intención de votos; mientras que, en el tercer puesto, con un 2.7%, se posiciona Joel Sánchez, quien se postula por la Alianza Republicana Nacionalista (Arena). En el caso de los candidatos presidenciales de las organizaciones políticas emergentes, su popularidad no pasa del 1%.

Y es que las diferencias ideológicas impidieron cohesionar a una oposición política que se ve fragmentada y que además carga con el lastre de las denuncias y casos probados de corrupción, siendo este un tema que afloró nuevamente el pasado año, cuando una serie de líderes fueron enjuiciados, sancionados y otros se dieron a la fuga, acusados de enriquecimiento que no pueden justificar.

Tanto el liderazgo político tradicional como representantes de los partidos emergentes, intentaron articular un discurso contra supuestas violaciones a los derechos humanos perpetradas en el marco del Estado de Excepción, durante el cual se establecieron operaciones para desarticular las estructuras de la delincuencia organizada, logrando capturar y encarcelar, supuestamente de manera arbitraria, a quienes actuaban contra las leyes y que habían logrado monopolizar el crimen y la violencia en las calles de todo El Salvador, que desde entonces ha mejorado sus índices de seguridad ciudadana.

No obstante, para algunos analistas El Salvador está en la antesala del establecimiento de un partido hegemónico, porque Nayib no tiene un rival con posibilidades de éxito que le sirva de contrapeso dentro del escenario electoral. Es tanto así que, los estudios de opinión pública proyectan que el oficialista partido Nuevas Ideas retendría por lo menos 57 de las 60 diputaciones de la Asamblea Legislativa (unicameral).

Dada la reconfiguración del Código Electoral aprobada por esa instancia el pasado 2023, la oposición política corre el riesgo de desaparecer si no logra por lo menos 50 mil votos o un escaño en la Asamblea Legislativa. Como se aprecia, el panorama que muestran las encuestas no es halagüeño para los sectores políticos que adversan al oficialismo.

En perspectiva están, como se rearticulará la oposición política y las reacciones de la comunidad internacional ante el virtual triunfo electoral de Bukele, cuya reelección podría quedar en entredicho, porque desde ya se le califica de inconstitucional, a propósito de lo establecido por la Constitución y sus interpretaciones; las iniciativas que pondrá en marcha para mantener a raya a una delincuencia organizada que estudia como recomponerse para mantener su operatividad; si se mantendrá tan frontal como hasta ahora en sus declaraciones y posturas contra algunos de sus homólogos regionales; y cuales medidas económicas podría implementar para impulsar la economía y mejorar la calidad de vida de los salvadoreños, como complemento a lo alcanzado en materia de seguridad ciudadana.

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