La invasión de Ucrania trastoca la batalla por el Elíseo

París, 27 feb (EFE).- La invasión rusa de Ucrania ha puesto patas arriba la campaña presidencial francesa: el favorito, Emmanuel Macron, se ha visto arrastrado al frente diplomático cuando se aprestaba a anunciar su candidatura, mientras varios de sus rivales se distancian ahora de Vladímir Putin, a quien apoyaron en el pasado.

Macron multiplica viajes, reuniones y llamadas diplomáticas en vísperas de una semana clave para las elecciones, ya que está obligado legalmente a quitarse el traje de presidente y enfundarse el de candidato.

El próximo viernes acaba el plazo legal para hacer oficial lo que todo el mundo sabe, que aspirará a cinco años más al Elíseo, y por ahora su equipo mantiene los preparativos del gran mitin que tiene programado al día siguiente en Marsella, su primer acto de campaña.

Las tensiones con Rusia pueden empañar sus planes o, como ya sucedió en el pasado, reforzar su imagen como estadista internacional, como intentaron Nicolas Sarkozy tras mediar en 2008 en la intervención rusa en Georgia ordenada por Putin y François Hollande seis años más tarde al negociar los acuerdos de Minsk sobre Ucrania.

«HASTA EL ÚLTIMO CUARTO DE HORA»

En todo caso, Macron no tendrá la cabeza en la carrera electoral a menos de 45 días para la primera vuelta del 10 de abril. Más que nunca parece real la frase que repite para justificar el criticado retraso de su entrada en campaña: «Seré presidente hasta el último cuarto de hora».

Por el momento, su visita de este sábado al Salón de la Agricultura, una etapa ineludible de la campaña, quedó reducida a la mínima expresión, lejos de los habituales largos paseos entre ganado en los que tradicionalmente los candidatos buscan el respaldo del mundo rural.

El presidente tiene dos grandes ventajas: la primera que en momentos de crisis las poblaciones se agrupan en torno al liderazgo, y la segunda que sus principales opositores han quedado en peor postura tras la invasión rusa de Ucrania.

La ultraderechista Marine Le Pen, segunda hace cinco años y a quien los sondeos sitúan otra vez como principal rival de Macron, trató desde el primer días de desmarcarse de Putin.

«Nada justifica la operación militar de Rusia contra Ucrania, que rompe el equilibrio de paz en Europa», aseguró Le Pen tras el ataque.

La líder de extrema derecha se obstina en deshacerse en pocos días de la imagen de «rusófila» que se ha labrado. Hace cinco años visitó a Putin en plena campaña para ganar estatura internacional y, poco después, financió su partido con el préstamo de 9 millones de euros de un banco ruso que todavía no se ha terminado de pagar.

El pasado atrapa también a Éric Zemmour, quizá el más «pro Putin» de los candidatos hasta el jueves.

«Rusia, se lo apuesto a quien quiera, no invadirá Ucrania», afirmaba en diciembre pasado el polemista de extrema derecha, que pisa los talones de Le Pen en las encuestas.

«SUEÑO CON UN PUTIN FRANCÉS»

Sus rivales han rebuscado en su pasado frases que, leídas ahora, son dinamita para su campaña: «Sueño con un Putin francés», decía en 2018 para defender la necesidad de un líder fuerte y con autoridad.

Y en algunos de sus libros, todos «best-sellers», escribía que «Ucrania no existe» y consideraba al presidente ruso como «el último resistente al huracán de lo políticamente correcto».

Sin renegar de su posición, Zemmour considera ahora «injustificable» el ataque a Ucrania que, dijo, ni los propios ucranianos se creían.

Algo parecido dijo el neo-comunista Jean-Luc Mélenchon, quinto de los sondeos y el mejor situado de los candidatos de la izquierda, que también cambió su discurso tras ver a los tanques rusos en Ucrania.

«Rusia es responsable de este terrible retroceso de la historia», aseguró, dos semanas después de haber responsabilizado a Washington, con su habitual vehemencia, de la tensión en la zona.

«Estados Unidos ha decidido anexionar Ucrania a la OTAN y Rusia se siente humillada, amenazada, agredida», había dicho en televisión.

La ola creada por la crisis ucraniana también ha golpeado a la conservadora Valérie Pécresse, cuarta en las encuestas y salpicada por el candidato de su partido hace cinco años, François Fillon, un declarado «rusófilo».

Fillon, que fue primer ministro de Nicolas Sarkozy, justificó veto el ruso al ingreso de Ucrania en la OTAN y aseguró que la postura occidental en este asunto «condujo a esta confrontación peligrosa que podía haberse evitado».

Pécresse se apresuró a desmarcarse de Fillon, que hoy, ante las crecientes críticas, anunció que deja sus polémicos puestos en los consejos de administración de dos grandes compañías rusas: la petrolera estatal Zaroubezhneft y la petroquímica Sibur.

Mientras, el partido de Pécresse, Los Republicanos (LR), ha encontrado munición contra sus principales rivales para llegar a la segunda vuelta, a los que denomina «Vladímir Zemmour» y «Marine Putin». La guerra, también como arma electoral.

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