Iniciar clases en un nuevo espacio

“Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo”.
(Benjamín Franklin, inventor y político norteamericano).-”

Se inicia nuevamente un Año Escolar. A esta altura de juego, hace tiempo quizás que los padres de familia han determinado dónde sus hijos estarán los próximos meses estudiando; si repiten nueva vez en su pasado centro educativo; o, por lo contrario, por diversas razones, la familia enfrentará el reto de un cambio de ambiente. Todos los cambios –los comienzos- podrían ser difíciles, aunque casi siempre necesarios.

Ya sea por motivo de mudanza, por razones económicas, por la oferta académica, mejores referencias o malas experiencias recién pasadas, iniciar clases en un nuevo espacio trae consigo una serie de emociones encontradas, entre ventajas, beneficios, o frustraciones y perjuicios. Y saber enfrentar estos últimos es todo un desafío para los padres y para los hijos, ya que –según plantean algunos especialistas de la conducta- esto podría incidir negativa o positivamente en el rendimiento del estudiante a partir de ahora.

¿Por qué el cambio?

Tal como hemos indicado, en el transcurso de estas recién pasadas vacaciones (quizás desde antes), la familia se ha visto en la obligación de cambiar de domicilio; por lo que debe ubicar un centro (escuela o colegio), más cercano a la nueva casa. Tal vez, el móvil del traslado de lugar puede ver con lo económico, una situación desfavorable o favorable en el hogar hace que los padres lleven sus hijos de un colegio caro a otro más económico, o a una escuela. Y viceversa, si se trata de un crecimiento económico en casa.

Serán muchos los estudiantes dominicanos que pasarán a un colegio, porque han alcanzado el nivel de Media (secundaria) en sus escuelas, y en sus entornos no hay un liceo o politécnico cercano donde continuar estudiando. Como el caso contrario, donde niños en colegios podrán continuar lo que antes conocíamos como bachillerato en una institución pública, que sí los preparará para los últimos años de la escolaridad.

Al asunto de que por una buena referencia, los padres deciden cambiar sus hijos a otro centro, por mejores condiciones; o lo contrario, sacarlo del antiguo, por malas experiencias allí, la página web www.conmishijos.com agrega otro elemento, muy común en nuestro país: Que la familia crezca o que los padres se separen.

Plantea esta página especializada que “si el cambio es por razones educacionales (por ejemplo, para buscar una mayor calidad o un centro que se adecue más al estilo de aprendizaje del niño), el rendimiento suele mejorar”.

En cambio, todos podemos deducir o imaginar que si el cambio viene por un asunto de divorcio o mudanza, o razones laborales de los tutores, “puede tener un impacto negativo en los logros de aprendizaje, en la conducta del alumno o en sus relaciones sociales, sobre todo si el niño presenta una actitud de rechazo”.

Hay que tomar en cuenta…

La maestra Arileyda Díaz, directora de la Escuela Padre Benito Arrieta, en el municipio Los Alcarrizos; actualmente, insertada en el tedioso, pero necesario proceso de reinscripción o entrega de documentos, considera que “debe prepararse adecuadamente al niño -durante unos días- del paso que significará mudarse a un nuevo centro, ya sea de escuela a colegio, o viceversa; o de una escuela a otra, o de un colegio a otro, no importa; hay que prepararlo para la adaptación, y hacerle ver, por encima de sus miedos, de que se enfrentará a una nueva experiencia, que enriquecerá su vida social, educativa, emocional”. Los padres deben ser los primeros en creerse esto.

Considera Díaz que “lo ideal, lo recomendable en estos casos, es que el estudiante se integre desde el primer día de clases, para que el proceso de adaptación sea más rápido, más efectivo; que el niño ve a todos, y todos lo conocerán desde el inicio, eso ayuda”.

También los padres deben saber enfrentar el proceso de adaptación, cómo llegar al nuevo centro, cómo se paga y qué tan grande o pequeño ahora es el área de estudio de su hijo. La página web referida deja claro que “cada centro es un mundo distinto”, por lo que hay que conocerlo a fondo, no solo su ubicación o estructura; también su proyecto educativo, “la filosofía del colegio (escuela), su metodología y estilo de enseñanza, así como los posibles equipos y programas de apoyo”, que vayan en consonancia con las capacidades y personalidad del niño, “con la ideología, las costumbres, la religión y la cultura de la familia”.

Ventajas y desventajas

Por demás sabemos, o imaginamos o intuimos que cambiar de ambiente escolar puede tener sus pros y sus contras. Un cambio favorable se da si el nuevo centro supera las expectativas del estudiante, porque es más amplio, más organizado, con mejores estructuras, etc. Desfavorable sería todo lo contrario, si el paso es un retroceso.

Con una buena motivación para la adaptación, el estudiante podría aceptar el cambio, sabiendo que conocerá nuevos amigos, maestros con otro estilo de enseñar o de relacionarse; que, aunque no seguirá con sus viejos amigos y profesores, se abre un nuevo mundo de oportunidades y experiencias. Quizás precisamente es lo que está necesitando, para superar algún déficit en su rendimiento académico.

Cambiar de centro es el momento indicado para cambiar de actitud, para superarse a sí mismo ante la clásica expectativa de “el nuevo”. Si allá era tímido, pésimo en las notas, ahora podrá lograr mejores calificaciones y ser un poco más social. De los cambios, también se puede sacar un sinnúmero de experiencias positivas que nos hacen vivir un nuevo espacio, un mejor ambiente. Así que, sea por lo que sea ¡Qué vivan los cambios!

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