Residentes de la provincia El Seibo, que se quedaron durante el huracán en sus casas, todavía el pasado martes emergían dentro de los escombros con historias desgarradoras.
Otros, que fueron evacuados, se enfrentan al hecho de que sus comunidad se encuentran incomunicadas por la crecida del río que provocó las intensas lluvias del huracán Fiona, una tormenta que se intensificó repentinamente, tocando tierra este lunes con vientos sostenidos de 155 kilómetros por hora.
Así fue sobrevivir a Fiona
Miedo, angustia y desesperación. Esos eran los sentimientos que pasaban por la mente de aquellos que se resguardaron en sus hogares durante en el fenómeno natural.
Para José Rivera, ese miedo se volvió real cuando observó que a las 4:00 de la madrugada el río comenzó a subir hasta llegar hacia su vivienda donde vive con sus dos hijos y su esposa.
El inodoro de la pequeña casa de la familia, ubicada en el barrio Capotillo, quedó a la intemperie cuando una ráfaga de viento de la tormenta levantó complemente la cobija de zinc del baño.
El huracán Fiona devastó varios países del Caribe, dejando a su paso una huella de destrucción y recuperación que tardará años en terminar.
Elisabeth Guzmán, quien reside junto a sus cuatro hijos menores de 10 años en el barrio Ginandiana, tuvo que abandonar su hogar para refugiarse donde un familiar.
Cuando se percataron, a las 4:30 de la madrugada, que el nivel de río que colinda con su vivienda aumentaba, el hermano de Elisabeth trató de recuperar algunos de los enseres del hogar, sin lograr retener prácticamente nada.
El martes la joven madre permanecía frente a su hogar con una escoba en sus manos y con una mirada lejos, que denotaba la angustia que se tiene cuando un día te levanta y pierde todos los artículos del hogar.
Romanita Rodríguez, una señora pasada de los 60 años, narró que cuando se dio cuenta que las aguas del río El Seibo inundó su casa, le dio un ataque de nervio que no le permitió sacar nada de su vivienda.
“No pude hacer nada. Me atacó los nervios y no pude sacar nada”, se lamentaba la señora.
La ciudad permanecía devastada
La triste realidad de los seibanos volvió a resurgir con el huracán Fiona. Casas arropadas por el agua y el lodo, personas que limpian y trataban de salvar algunas de sus pertenencias, el desamparo de su población y el rostro de impotencia de aquellos campesinos que perdieron sus proyectos agrícolas y de otras índoles.
Además de estas personas que viven en los sectores más vulnerables, en la provincia El Seibo abundaban los negocios y establecimientos sin letreros; árboles, postes de luz y semáforos derribados.
Antena de Radio Seibo se fue abajo
La antena de la estación Radio Seibo, propiedad de los padres dominicos, se fue abajo provocando daños al sistema eléctrico, de cable y telefonía. Aun el martes permanecía la antena en medio de la calle Libertad junto con los tendidos de electricidad, cable y de las compañías telefónicas.
Hato Mayor y El Seibo sufrieron daños similares
Una situación similar o de mayor magnitud, vivieron moradores de El Seibo y Hato Mayor el 30 de julio de 2020. Ese día la tormenta Isaías provocó grandes daños en la zona este del país.
En ese entonces, las calles de esas dos ciudades parecían centros de ventas de electrodomésticos viejos, debido a que varias familias pusieron los pocos ajuares que recuperaron. Neveras, camas, muebles, ropas, lavadoras, abanicos, sillas y utensilios de cocina eran algunos de los objetos que se encontraban en las calles y aceras de ambas demarcaciones.