«Rosalía es dura, muy dura», dice mi colega. Puede romper formas y puede hacer lo que quiera porque conoce la estructura de las formas, y porque sabe música: es músico. Sabe crear, recrear y producir. Pero sabe también interpretar.

Estilo el suyo ecléctico, en el que mezcla fragmentos de aquí o allá, ritmos, tempos, insinuaciones. Se lanza, dice lo que quiere decir.

Motomami es un disco raro en este pobrísimo universo urbano, de grandes ínfulas, del cual toma herramientas. Toma de allí, como de un cajón de costurera, hilos que la llevan por rumbos ignotos. Toma bases rítmicas del dembow y del reggaetón. Les baja la candela, el tempo, o los acelera, en dependencia a como sean sus deseos y su intuición. Y luego les inyecta clavo de olor, sensualidad del lirio, colorcitos del flamenco, melismas, detonaciones de ametralladoras sacadas de las máquinas de ritmo, disquisiciones de brújulas y otras filosofías.

Rosalía tiene Delirios de Grandeza, un bolerazo de 1968. Es el único tema de su disco en el que no aparece ella en los créditos de la letra. Delirio de grandeza es un bolero creado por el guitarrista y cantautor cubano Carlos Querol, grabado en 1968 en la interpretación del también cubano Justo Betancourt, el mismo de la salsa «Pa’ Bravo yo», que le dio el sobrenombre de El Bravo en tiempos en que la salsa era mirada como miro yo al dembow ahora.

Carlos Querol había nacido en Matanzas (Cuba) -donde mismo Justo Betancourt- en 1920 y fallecido en La Habana el 24 de octubre de 1991, según la cuenta de Facebook del programa radial Un día como hoy.

Querol, presumiblemente familiar cercano de Justo Betancourt,comenzó su carrera musical a los diez años en su natal Matanzas poniendo la voz segunda y tocando las claves en el Septeto Nuevo Mundo. Luego pasó por otros grupos hasta llegar al Trío Matancero junto a Elías Castillo en 1940. En 1945 se incorpora al Conjunto Kubavana de «El estilista del bolero» Alberto Ruíz junto a Carlos «Patato» Valdés. Años después se le vio en el Sexteto Diablo Rojo, el Trío Los Gracianos, el Conjunto Continental, el Saratoga, Senén Suárez y su Conjunto, la Orquesta de Antonio María Romeu, el conjunto de Luis Santí, hasta llegar en 1960 a sumarse al conglomerado de Los Bocucos de Pacho Alonso, representando esta la cúspide de su carrera, recorriendo países como México, Venezuela, Francia, Checoeslovaquia y la Unión Soviética.

Aquí la interpretación de Justo Betancourt:

¿Cómo Rosalía se empató con este tema? Es un enigma, que probablemente demuestre la sed de búsqueda, de investigación de la joven artista española. ¿Habrá conocido a Justo Betancourt quien ya anda pasados los 80 años de edad, en Puerto Rico o en Estados Unidos? ¿Por qué Rosalía decidió incluir este tema?

Interesa el tratamiento que le dio al mismo. Quitó las graves, aceleró el tempo y adecuó la grabación original en un remix pasando por filtros a los que somete la música (no su voz, nunca su voz), para manipularla creativamente del modo que lo necesita.

La empatía y el respeto con que la joven compositora e intérprete española se relaciona con ese bolerón de cantinas de los años 60, es directamente proporcional con sus deseos de abrir nuevos caminos en la música. Propone nuevos modelos en los que aporta brasa para ritmos poco dados a la creación de nuevos universos sonoros que no sean lo machaconamente pegajoso del dembow. Y no hablo de mucha letra mediocre del disco. Pero ¡dura, muy dura!

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